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El Plan del Tajo prevé otro recorte del trasvase de 50 hectómetros para la llanura manchega

El cambio de las normas de explotación, el aumento progresivo del caudal ecológico y una nueva tubería para abastecer a 30 municipios sumarán un máximo de 200 hectómetros anuales, la misma cantidad que recibe la agricultura

Agricultores en el Sifón de Orihuela, desde donde se dirige el agua del trasvase a La Pedrera. TONY SEVILLA

El borrador del nuevo Plan Hidrológico del Tajo sigue dando quebraderos de cabeza a los agricultores del trasvase al Segura, que han descubierto, entre los cientos de folios del documento que comenzaron a ver esta semana, que el Ministerio de Transición Ecológica tiene previsto el desvío de otros 50 hectómetros cúbicos para abastecer una nueva infraestructura, el Trasvase de la Llanura Manchega, que se prevé que abastecerá con ese caudal a treinta municipios de las provincias de Cuenca, Albacete, Ciudad Real y Toledo.

El proyecto no es baladí para el presidente castellano-manchego, Emiliano García-Page, y el hecho de que esté en plena construcción demuestra que sí o sí saldrá adelante y con agua que aportarán los embalses de cabecera (Entrepeñas y Buendía) del río Tajo de los que bebe la provincia. De hecho, para que esto sea posible necesitará usar la conducción del trasvase al Segura hasta la localidad de Carrascosa del Campo, donde existe un embalse regulador. La conducción principal, con 117,3 kilómetros, culminará en Puerto Lápice (Ciudad Real) y tendrá un ramal secundario con una longitud de 45,6 kilómetros, que discurre desde Puerto Lápice hasta Fernán Caballero, donde finaliza.

La nueva conducción de más de 160 kilómetros ya está en marcha y tomará el agua... de la del trasvase al Segura

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Desde que hace menos de un mes se supo que la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribero, y sus técnicos, habían dado luz verde a la modificación de las reglas de explotación del trasvase Tajo-Segura, los agricultores alicantinos, al igual que los murcianos, no hacen más que echar cuentas, y todas son restas. De entrada, porque todos esos cambios va a suponer un recorte anual en una infraestructura que se diseñó para enviar el doble del agua que aporta al Levante. Para aplicarlo, los meses de mayor bonanza, en los que se recibía 38 hectómetros cúbicos, se reducirán a 27 hectómetros. Haciendo cuentas, porque muchos meses el envío es menor o, incluso, hay algunos en los que ha sido directamente cero, los regantes consideran que perderán cada año entre 14 y 70 hectómetros cúbicos.

Si a esto se suma el varapalo que el borrador del nuevo Plan Hidrológico del Tajo prevé como caudal ecológico, todo empeora. La previsión es aumentar de los seis metros cúbicos por segundo actuales (6.000 litros) a 7 metros cúbico por segundo, lo que supondría 31,6 hectómetros cúbicos al año, pero esa cantidad de caudal aumentaría de forma progresiva hasta los 8,6 hectómetros en el horizonte de 2027, lo que supondría para el caudal del Tajo hasta 80 hectómetros cúbicos al año.

De esos 350 hectómetros cúbicos que se reciben por término medio para el trasvase, los agricultores reciben unos 200 hectómetros cúbicos (el resto va destinado a consumo humano). Y, haciendo cuentas, en el peor de los escenarios, ven que los 50 hectómetros que tienen que salir para la nueva conducción, tal y como prevé el nuevo Plan Hidrológico, más los 70 hectómetros que se recortarán con las normas de explotación (en el peor de los escenarios, el mejor sería de 14 hectómetros) y los 80 hectómetros del aumento del caudal ecológico para 2027, suman exactamente los 200 hectómetros que ellos reciben. Hacen la suma y solo pueden poner fecha para la defunción de la «huerta de Europa».

Después de Puig, prudencia, sensatez y negociación

La declaración el miércoles de la consellera de Agricultura, Mireia Mollà, donde por bueno ese aumento de caudal ecológico a 7 hectómetros cúbicos y seguir negociando, y el hecho de que el presidente Puig haya comenzado a dar brochazos del mismo discurso de la ministra Ribera, a cuenta del cambio climático para explicar los recortes, ha hecho que los agricultores ya no confíen en una solución política. No les queda más que hacer lo que tantas veces han hecho: negociar con los técnicos, con prudencia, sensatez y argumentos porque el Tajo sigue teniendo cosas incomprensibles. Por ejemplo, concesiones de agua de secano que reciben por hectárea hasta cinco veces más agua, porque están sobrevaloradas; o bien que alguien les explique por qué el caudal ecológico es distinto en función de quien tome la decisión y si está tiene que ver o no con lo que realmente se quiere defender.

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