Después de un martes y un miércoles en los que hubo que estar pendientes del cielo, Elche pudo recuperar el esplendor de su Jueves Santo tras los dos años de paréntesis forzoso por la pandemia. Las seis estaciones penitenciaras que estaban programadas para esta jornada pudieron completar su recorrido, desde las 18.30 que arrancó la Cofradía de la Santísima Sangre de Cristo, Nuestra Señora de las Angustias y María Santísima de la Salud hasta la medianoche, cuando fue el turno de la procesión del Santísimo Cristo de Zalamea. Como ocurre tradicionalmente, el «Cristet», junto a la Procesión del Silencio, con la imagen del Santísimo Cristo de la Misericordia, fueron los que más movimiento de personas arrastraron, con miles de ciudadanos arropándolos durante su paso por las calles.
El tiempo acompañó durante toda la jornada de ayer, lo que permitió que fueran multitud los ilicitanos que desde antes del mediodía salieran de sus casas para abarrotar las terrazas de la ciudad, en una jornada que el calendario laboral de este año había definido como festiva. Aunque hubo que esperar hasta la tarde para que iniciara su recorrido la primera de las procesiones, en la mañana del Jueves Santos se vivió un hecho singular, al producirse el traslado de la Virgen de los Dolores desde la parroquia de El Salvador hasta la basílica de Santa María, al no haberse producido el miércoles por las precipitaciones. Fueron muchas las personas que se acercaron al templo para presenciar la salida y que optaron por completar el recorrido.
La segunda procesión que salió en la tarde del Jueves Santo fue la de la Cofradía de la Oración en el Huerto, con su toque ilicitano en el que predominan las palmeras. La parroquia de El Salvador siguió siendo uno de los puntos neurálgicos de la jornada, ya que desde ella partió a las 20 horas la Procesión de la Paz, más importante este año aún si cabe dado el actual contexto de guerra en el que se encuentra Europa. La Hermandad de la Flagelación y Gloria participó en la Semana Santa ilicitana con los pasos del Santísimo Cristo de la Fe y de María Santísima de la Esperanza.
Intensidad
La jornada del Jueves Santo en Elche fue ganando en intensidad conforme iban pasando las horas de la tarde, como lo demuestra el hecho de que cada vez se amontonaba más gente en sus aceras. La Hermandad de María Santísima de la Caridad arrancó a partir de las 21.30 horas desde la parroquia de San Juan Bautista. La estación penitenciara recorrió las principales calles del barrio de El Raval, para hacer acto de presencia en el centro de la ciudad a las 23 horas. La solemnidad, la devoción y el recogimiento ganaron protagonismo cuando, también a las 23 horas, partió desde la basílica de Santa María la Procesión del Silencio. Por último, el desfile procesional del Cristo de Zalamea, que tenía previsto finalizar bien entrada la madrugada, fue el momento más multitudinario.
Para cumplir con los protocolos que marca la pandemia, el «Cristet» estuvo acompañado en esta ocasión por tres perfectas filas alineadas a derecha, centro e izquierda, que crearon una especial atmósfera de silencio y respeto, sin ningún acompañamiento musical, más allá del sonido seco y roto de los bastones de unos costaleros que iniciaron el trayecto rezando el rosario.
«Mucha gente está recordando esta noche a los seres queridos que ha perdido por culpa del virus. Estamos muy orgullosos de volver a las calles para vivir esta velada de promesas. Muchos llevan dos velas, una por los que no están», relataba con emoción el presidente de la Cofradía del Cristo de Zalamea, Óscar López.
