Una de las tradiciones más queridas de las antiguas promociones del Colegio Salesianos de Elche es el reencuentro anual de alumnos. No es necesario que sea un aniversario en fecha redonda, es la necesidad de un reencuentro lo que una vez al año les mueve a reunirse de nuevo sin libros ni madrugones, pero rescatando aquel espíritu. Esta semana ha sido la de aquellos bachilleres que abandonaron sus aulas hace ya medio siglo, 50 años.

De este modo, pasados los años, ya sin pantalones cortos y con bastante más peso y altura, vuelven al colegio, en mitad de un huerto de palmeras e interminables pistas donde el fútbol cedía ante otros deportes a los que el colegio les daba mayor valor: balonmano, voleibol o balonces. En sus caras se dibujan quizá más sonrisas que entonces, cuando algunos derramaban lágrimas al separarse de sus familias cuando aún eran muy pequeños. Es un momento de gran emotividad y también de diversión donde, como si se tratara de la mili, las anécdotas corren por encima de la mesa entre carcajadas de "¿te acuerdas?. Cada uno, sin quererlo, escruta la cara de otro buscando la imagen de un niño que ya no está. Hay quien tiene algo de envidia por cómo la vida a tratado al que antaño era un pequeño enemigo o rival. Todo forma parte de este emotivo encuentro porque cualquier aspereza ha desaparecido con el tiempo.

El doctor, dirigiéndose a las nuevas promociones del colegio, ahora ya mixtas INFORMACIÓN

Un servicio religioso y una comida de hermandad, alguna lágrima por aquellos que ya no están entre ellos, completan una jornada inolvidable que siempre se cierra con una de esas frases tan típicas: "Tenemos que vernos más". El doctor Soler, miembro de la promoción, dio una charla a las jóvenes generaciones de estudiantes antes de entrar a clase, cuando formaban en las filas esperando a los profesores, lo que constituye otra de las tradiciones impuestas.