Una tradición y una playa con futuro en El Pinet
El I Festival de habaneras de El Pinet reúne a más de medio millar de personas en pleno arenal
El alcalde de Elche se compromete a restaurar en un año la torre vigía desde donde parte Cantó
Si existiera un compendio universal de la Habanera, un lugar debiera brillar en él por ser sede donde este género musical, gracias al impulso de sus vecinos, sigue vivo. Este es la playa de El Pinet, en La Marina de Elche.
Y así quedó demostrado anoche en un entorno incomparable: la emblemática e histórica torre vigía, Bien de Interés Cultural, en el Festival de Habaneras organizado por el Ayuntamiento de Elche y la Asociación de Vecinos de este lugar de veraneo, donde ilicitanos y crevillentinos, también madrileños y otros habitantes del Baix Vinalopó y la Vega Baja, acuden cada verano desde hace más de un siglo.
El Pinet tiene el honor de conservar una tradición musical centenaria: el canto de la habanera. Y a través de este festival, la tradición continúa. Una iniciativa que, a título personal, una vecina preocupada por recuperar el canto lleva organizando desde hace un lustro.
La impulsora cultural Mónica García Quesada quería que no se perdiera «aquello que iniciaron nuestros antepasados, el canto de habaneras en El Pinet, protagonista por cierto de letras de muchas de estas piezas musicales», señala la organizadora, que también es la presidenta de la entidad vecinal. Con este evento, «pretendemos revivir, preservar y compartir el patrimonio musical de esta mágica playa», señalaba.
Encanto
El festival, que antes tenía la denominación de serenata y que ha preservado su encanto y cercanía con el público, contó con la participación de diferentes miembros de corales, orfeones y rondallas de Crevillent, Elche, Santa Pola, La Hoya y Tabarca. «Queríamos rememorar la tradicional serenata que desde los años 50 tenía lugar en esta playa, en la que veraneantes y visitantes podían compartir las habaneras a una sola voz».
El evento fue muy participativo, pues el numeroso público -más de 500 personas- era conocedor de las canciones y también se fundía por momentos con las voces de los coralistas, sobre todo en dos himnos oficiosos, el de Elche, «Aromas Ilicitanos», y el «És Crevillent un tresor», de Manuel Aznar, que era invitado a cantar junto a los coralistas.
Sonaron canciones muy conocidas como «La bella Lola», «Yo quiero ser marinero», «Paloma mensajera», «Venim de la mar» o «Ja mon anem». «Pretendemos que sea el punto de inicio de un festival anual en el que cada vez puedan participar más poblaciones y que vengan a compartir el origen de las habaneras de los pueblos marineros, pero también poner en valor el sello y la impronta que precisamente deja cada pueblo en las letras de estas composiciones», explicaba la organizadora, que destacaba el apoyo que ha recibido del alcalde de Elche, Pablo Ruz, no solo para este evento.
El primer edil ilicitano «estuvo con nosotros, limpiando y recuperando esta playa cuando se vio afectada por un temporal y él es el artífice de que hoy estemos aquí», apuntaba. El regidor ilicitano destacaba el impulso de Mónica García para que este primer festival se pueda realizar. «Este es el comienzo de un evento que queremos potenciar y realizar aquí, junto a la torre del Pinet, el punto desde el que partió Cantó cuando encontró a la Virgen de la Asunción».
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El alcalde anunciaba que «el año que viene celebraremos este certamen con una torre vigía restaurada». Ese era su compromiso, que fue mucho más allá «con los vecinos de El Pinet y La Marina, pues esta iniciativa es el punto de partida para el futuro de esta playa, que no es un problema y tiene futuro. La gente que tiene aquí sus raíces tiene derecho a tener un futuro y desde el Ayuntamiento de Elche tenemos un compromiso activo con los vecinos. Auguro un futuro lleno de cosas buenas que os merecéis», concluía.
La actividad hizo partícipes a miembros de Ayuntamientos (estaban la alcaldesa Lourdes Aznar y dos ediles de Crevillent, así como dos concejales de Santa Pola y otros cuatro ilicitanos), vecinos, familias, visitantes y amigos. Gratuito y popular, numerosas familias disfrutaron de los cánticos desde la arena de la playa.
Entre el concurrido público, un ejemplo de lo que la habanera y El Pinet suponen. El del madrileño Eduardo Cabrera, veraneante desde hace más de 50 años en esta playa, que recuerda «con mucho cariño cómo mis abuelos y padres cantaban estas canciones en sus tardes con los amigos, jugando al dominó o a las cartas, con su porrón de sidra…, unas jornadas inolvidables que este certamen me ha devuelto al corazón».
Cabrera recordaba emocionado cómo «estas habaneras nos las cantaban para acunarnos. Eternos recuerdos que gracias a esta iniciativa permanecerán para siempre, pues sirven para que nuestros hijos reciban esta maravillosa herencia».
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