Neida ha trabajado en el ambulatorio desde el primer día y durante 39 años de «arreglatodo». Ahora tiene 82 años y recuerda los días festivos y domingos que acudía a hacer reparaciones para que todo funcionara el lunes. Era un comodín y ninguna avería se le resistía. Todavía guarda el traje con corbata que tenía que llevar cuando hacía funciones de celador.