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La Prosperidad de Elda, a caballo entre dos siglos

Este pequeño barrio fue el primero en levantarse para asumir la ingente llegada de los trabajadores del calzado a Elda

El barrio de La Prosperidad cuenta con pequeños elementos característicos. Manolo R. Sala

Pasear por el barrio La Prosperidad de Elda, es caminar entre la Elda del siglo XIX y del XX. La Prosperidad es un barrio amable para vivir y tranquilo para caminar. Sin grandes hitos monumentales, cualquier curioso se puede entretener a observar los retorcidos hierros que jalonan los balcones de estas calles o algunas puertas de madera talladas, que cierran las casas de sus vecinos.

Este barrio de Elda es una amalgama de viviendas unifamiliares, de edificios de no más de cuatro plantas y sólo en sus límites cercanos a la zona centro se ha dejado edificar alguna torre, que se alza marcando las fronteras del barrio.

La Prosperidad, como su propio nombre indica, dio inicio a la época dorada de la ciudad zapatera. Fue el primer barrio en levantarse en nueva Elda, que dejaba atrás la agricultura y que empezaba a prosperar con la aparición de una incipiente industria zapatera y la llegada del ferrocarril. Fue la primera sociedad de viviendas que se proyectó con el objetivo de albergar a los nuevos trabajadores procedentes de las provincias de Murcia y Albacete primordialmente. Con estas nuevas casas, Elda comenzaba a andar hacia su época más próspera. Fue el inicio de su transformación como ciudad, de ser una población de algo más de 5.000 habitantes a multiplicarlos por 10 en algo más de un siglo de historia.

Así, en la década de 1890 comenzaron a edificarse cooperativas de viviendas, auspiciadas por industriales como Rafael Romero. En 1898 se funda la primera cooperativa eldense dedicada a la construcción de casas baratas, La Prosperidad, con 154 asociados, trató de solucionar el déficit de viviendas que la inmigración había originado. Surge así el barrio de La Prosperidad, tras él llegaría el Progreso y La Fraternidad, en la primera época de expansión y desarrollo de Elda.

El de la Prosperidad, catalogado como Patrimonio Arquitectónico Civil, está delimitado por las calles Dos de Mayo y Pedrito Rico, al norte y sur; por las viviendas con número impar de la calle Juan Rico (inclusive) y las viviendas del barrio tradicional con número par de la calle Emilia Pardo Bazán. Su construcción comenzó en 1898 y se terminó en 1917. Así, una placa instalada en una de sus calles reza: «En conmemoración del centenario del barrio de La Prosperidad. 24 de julio. 1899-1999» y se encuentra justo bajo de la lápida fundacional.

La Prosperidad es un barrio humilde, sin grandes pretensiones, encorsetado por otros de más porte. Al ser el primero es tímido, chico. Seguramente, los eldenses no podrían imaginar que la llegada de trabajadores de otras poblaciones españolas pasaría en poco tiempo de un cuenta gotas a un aluvión, así que sólo 112 familias fueron las beneficiadas de estas nuevas viviendas.

Este conjunto de casas ha creado una identidad propia dentro de Elda. No es extraño escuchar a alguno de sus vecinos decir con orgullo que «yo soy de La Prosperidad de toda la vida y sigo conociendo a sus vecinos por su nombre y apellido».

Personajes relevantes

El barrio de La Prosperidad y el casco antiguo comparten una calle dedicada a una de las figuras más relevantes de la población. Se trata del célebre cantante y actor Pedrito Rico. Comienza a las espaldas de la Iglesia de Santa Ana, en lo que se conoce como «Las Cuatro Esquinas», y se extiende hacia el norte hasta la confluencia con la calle de Santa Bárbara y la de Jaime Balmes. En el punto final de la vía está el único escudo de la ciudad de Elda que queda de los cuatro que marcaban la entrada al municipio.

Por otra parte, Enric Valor vivió cerca de La Prosperidad, concretamente en la calle Ortega y Gasset. El escritor se trasladó a Elda a principios del siglo XIX junto a su familia. Llegó junto a los trabajadores que se asentaron en La Prosperidad, y aunque se padre era profesor, Valor trabajó en el sector del calzado y en la calles de La Prosperidad le entró el interés por involucrarse en los movimientos obreros de la época.

Tranquilidad versus ruido

La tranquilidad que se respira los días de diario contrasta con la intensa actividad que se vive en los de asueto. Al igual que sucede en el barrio de La Purísima, colindante a éste, los cuartelillos se han adueñado de los bajos de los edificios ubicados en esta barriada. Es un lugar idóneo para vivir la fiesta, cercano al inicio de cualquier desfile y acto y con calles peatonales en los Moros y Cristianos. Tener un cuartelillo allí es vivir en el epicentro de la fiesta.

También los bares y los pubs han tomado calles como la de Pedrito Rico para su actividad. Eso hace que el residencial barrio se haya convertido en una zona de ocio donde según los vecinos es insufrible vivir los sábados noche, sobretodo en verano.

Frente a la proliferación de bares en esta zona, el pequeño comercio ha abandonado sus vías. Sobre todo en la calle Pedrito Rico se encuentran varios comercios cerrados. Los rótulos deteriorados por el paso del tiempo dan muestra de lo que alguna vez fue este barrio en cuanto a actividad empresarial. Sin embargo, muchos tuvieron que cerrar sus puertas mientras otros cambiaron su ubicación y se fueron dos calles más allá, a la Juan Carlos I.

Como testimonio de años más prósperos se encuentra la Papelería Higueruela. Todo en ella tiene un sabor añejo, el agradable olor a tinta y papel encuadernado o la visión de las cajas de bolígrafos BIC. Ahora aguanta estoicamente el envite del comercio electrónico, cuando años antes fue el proveedor de las fábricas y talleres instalados en el barrio.

La calle del Marqués

Uno de los espacios genuinos de este barrio es la calle del Marqués. Cuajada de cuartelillos, en el libro de Rodríguez Campillo «Urbanismo, toponimia y miscelánea de Elda» se describe así: «Trazado quebrado en ángulo casi recto, formando parte, probablemente desde finales del siglo XVIII, del conocido en aquella época como Barrio Nuevo. Desde el siglo XIX, fue denominada calle del Marqués». También la explica como un «trazado peatonal, alterado puntualmente por la construcción de la Plaza Mayor y por la política de ensanchamiento iniciada en la confluencia con la calle Ortega y Gasset». La del Marqués es la prueba evidente de la transición entre el casco histórico y La Prosperidad.

Reivindicaciones vecinales

La Prosperidad es un barrio sin grandes problemas. Los vecinos aseguran que es la zona ideal para vivir en Elda. Cerca de la zona centro, con servicios administrativos en las calles aledañas, a pesar de tener un pequeño parque no se quejan porque a dos pasos se encuentran el parque de la Concordia y la Plaza Castelar.

El ruido en fines de semana

Los vecinos no se quejan de los ruidos y del trasiego de festeros en el mes de junio, pero algunos de los cuartelillos no paran su incensante actividad en todo el año. Una de sus vecinas, Vicenta, pasea con su perro por los aledaños de la plaza de La Prosperidad y asegura que «entre los cuartelillos y los bares de la calle Pedrito Rico, empezamos el viernes de fiesta y no acabamos hasta el domingo», a lo que añade que «aquí no hay quien descanse». En este sentido, desde el Ayuntamiento de Elda se comienza a trabajar para redactar una ordenanza de convivencia y de ruidos que facilite la actividad de restauración y pubs con los derechos vecinales.

Limitando con la Tafalera

Los vecinos pasean por la Plaza de la Prosperidad con sus perros, se sientan en uno de los bancos y ven cómo personas «con pintas no muy agradables», según comentan, van camino del barrio limítrofe de La Tafalera. Demasiado cerca de dos de las zonas más vulnerables, La Prosperidad guarda su identidad con vecinos decididos a salvaguardar la esencia de su barrio.

La falta de aparcamiento

Vivir en La Prosperidad es sinónimo de no encontrar aparcamiento, por lo menos en horario de la mañana. Con el Mercado Central cerca, el centro administrativo de Elda en sus aledaños y el eje comercial del municipio a dos calles, las vías de este barrio se encuentran colapsadas de automóviles. Por ello alguno de sus vecinos indican que «casi todas las viviendas tienen garaje, porque si no para los vecinos sería imposible dejar el coche en la calle».

Fábricas vacías

Otra de las quejas vecinales es el gran número de edificios vacíos y en estado de ruina que se pueden ver en la calle Dos de Mayo.

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