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El barrio Las 300 de Elda exige medidas para erradicar la plaga de palomas urbanas

Los vecinos llevan dos años denunciando las molestias que los excrementos y las plumas de las aves generan en calles, pisos, comercios y vehículos

La masiva presencia de palomas en Las 300 está ocasionando problemas en el barrio y los vecinos reclaman una solución a la Mancomunidad.

Los vecinos de Las 300 de Elda quieren medidas urgentes para acabar con la plaga de palomas urbanas que vienen sufriendo con especial intensidad en los dos últimos años. La presencia de la «paloma bravía» o silvestre se ha convertido en un incordio por las molestias diarias que ocasionan. Sobre todo por la insalubridad en parques, calles, patios, balcones y terrazas así como por el ruido, la suciedad, los malos olores y el deterioro que sus plumas y excrementos causan en inmuebles, enseres, vehículos, toldos, antenas, aparatos de aire acondicionado, ropa de los tendederos, mobiliario urbano y cartelería de los establecimientos comerciales.

Los vecinos aseguran haber denunciado esta situación en varias ocasiones al Ayuntamiento de Elda y también a la Mancomunidad Intermunicipal del Valle del Vinalopó que, desde 2017, es la entidad que se encarga del control de plagas en Elda, Petrer, Monóvar y Sax. Pero hasta la fecha nadie ha hecho nada y los afectados ya no saben a qué estamento acudir. Tiempo atrás era la concejalía de Medio Ambiente la que controlaba el número de palomas urbanas en Elda. Con el objetivo de minimizar las molestias y preservar una colonia estable se realizaban capturas con redes de forma periódica. Sin embargo, en los dos últimos años la ausencia de medidas ha facilitado la proliferación de estas aves hasta convertirlas en una incómoda plaga.

En Las 300 hay entre veinte y treinta palomos fijos y todos los meses las hembras pueden llegar a tener dos crías, lo que está dando lugar a una sobrepoblación. En este distrito, que es el más poblado de Elda, los pichones encuentran además las condiciones idóneas para establecer su hábitat urbano y reproducirse. Entre otros motivos porque son capaces de encontrar fácilmente el agua y el alimento que necesitan así como los lugares que les pueden servir de refugio para anidar y protegerse de las condiciones climatológicas adversas.

Los últimos bloques del barrio, frente al centro social Severo Ochoa, la calle San Quintín y la primera manzana son en estos momentos las zonas más afectadas. La colonia estable de palomas, se calcula que la componen varios centenares, aprovechan las rejillas de las ventanas de los edificios para refugiarse y también invaden los pisos abandonados. En las inmediaciones están ubicados los dos parques del barrio, el de la avenida de Ronda y el cauce ajardinado del río Vinalopó, por lo que tienen garantizada comida y agua a corta distancia.

Los vecinos no quieren que se erradique su presencia pero sí que se reduzca el número de ejemplares para minimizar el impacto negativo que generan en la ciudad. Para ello plantean la elaboración de un estudio que establezca la cantidad de palomas que puede soportar el casco urbano. De este modo también se pretende evitar que la plaga se traslade de unos barrios a otros. También piden los afectados que no se alimente a las palomas, ni de forma directa ni indirecta, porque de este modo se consolida su hábitat urbano y puede dar lugar a la proliferación de otras plagas de ratas, mosquitos y cucarachas.

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