Los capitanes de las ocho comparsas de Sax cerraron anoche las fiestas de Moros y Cristianos tras una jornada de contrastes. Lágrimas de felicidad entre los nuevos cargos festeros y de pena entre quienes se despiden de un jubiloso año que no olvidarán jamás. Es el ciclo vital de la celebración. El eterno retorno de una tradición donde los ausentes vuelven a estar presentes.

Tras la Misa de Gracias a los pies del castillo, y una vez terminada la Rifa de regalos al santo patrón, tuvo lugar otro de los actos más emotivos de las fiestas de San Blas. Dentro de la ermita, en presencia de las autoridades civiles, festeras y religiosas, ante la venerada imagen y con las bandas de música amenizando el momento, los capitanes de 2020 cedieron sus banderas y espadas a los de 2021. Se cumplía una vez más el rito que da continuidad a una fiesta con más de dos siglos de antigüedad. Y a continuación, "montados en una montaña rusa de emociones", a recibir las felicitaciones, los aplausos y la admiración de los cientos de vecinos y visitantes, que siempre se concentran en las angostas calles del casco antiguo para dar la bienvenida a las capitanías que empiezan y despedir a las que cesan. Bajarse la fiesta: el sueño de todo festero.

Poco antes de las siete de la tarde comenzó el último desfile del año. La temperatura bajó ayer de forma apreciable tras cuatro días de verano en pleno invierno. Las nieblas se mantuvieron presentes todo el Día 5 en las cimas de las montañas del Valle del Vinalopó. Pero el pronóstico de lluvia no se cumplió en Sax y pasadas las nueve de la noche las banderas del Ayuntamiento se arriaron bajo los acordes del Himno Nacional. Con una gran palmera de fuego iluminando el cielo se dieron por finalizadas unas gloriosas fiestas de San Blas para disfrutarlas, a partir de hoy, con el recuerdo.