Un equipo internacional liderado por investigadores del CSIC, CNRS, INRAE y la Universidad de Berna, y en el que también participa la Universidad de Alicante por medio del investigador distinguido Fernando Tomás Maestre Gil, ha diseñado una metodología novedosa inspirada en la optimización de las inversiones bursátiles, y la ha llevado al campo de la ecología funcional. El estudio ha sido publicado en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences USA. “En este trabajo hemos visto que dos aspectos poco estudiados de la biodiversidad, como son la distribución equitativa de especies vegetales diferentes, y la presencia de especies raras, son fundamentales para optimizar el funcionamiento de los ecosistemas terrestres”, afirma el doctor Yoann Le Bagousse Pinguet, investigador del CNRS de Francia y autor principal del trabajo. Por ejemplo, podrías invertir todo tu dinero en una única empresa en Bolsa, o podrías distribuirlo en pequeñas inversiones en empresas de distintos sectores para minimizar los riesgos. Los resultados de este estudio apuntan a que esta segunda opción optimiza los beneficios de la biodiversidad en los ecosistemas.

La restauración de los ecosistemas y la producción de los sistemas agrícolas se pueden mejorar a través de una optimización de los beneficios de la biodiversidad. “La importancia de la equitatividad funcional de las plantas, y la presencia de especies raras, no varían en función del ecosistema considerado, desde bosques tropicales hasta el subártico, pasando por cultivos. Esto sugiere que la aplicación de estos resultados es generalizable a distintos contextos ecológicos”, afirma el doctor Pablo García-Palacios, investigador del Instituto de Ciencias Agrarias del CSIC que ha coordinado este estudio. Según Nicolas Gross, investigador del INRAE y participante del estudio: “Los resultados obtenidos ponen de manifiesto la importancia de considerar, más allá del número de especies, múltiples dimensiones de la biodiversidad, incluyendo la diversidad de rasgos funcionales y su distribución en la comunidad”.

La biodiversidad es determinante para el funcionamiento de los ecosistemas, pero además juega un papel importante en la diseminación de las enfermedades emergentes, a través del efecto de dilución. Los ecosistemas diversos limitan la propagación de los patógenos al disminuir su concentración cuando pasan de un hospedador a otro. “Además de estudiar distintas funciones del ecosistema como la descomposición de la materia orgánica o el reciclaje de nutrientes, en este estudio hemos secuenciado las comunidades de bacterias y hongos del suelo”, sostiene Hugo Sáiz, investigador de la Universidad de Berna. “Hemos visto que la equitatividad funcional de las plantas, y la presencia de especies raras, disminuye la abundancia de los patógenos de las plantas”, concluye el biólogo de Sax Fernando T. Maestre, investigador distinguido de la Universidad de Alicante y coautor del estudio.

La actual crisis de la biodiversidad provocada por la actividad humana es uno de los retos más importantes a los que se enfrenta la población mundial según agencias internacionales como la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas y la FAO.

Esta crisis ha dado lugar a multitud de estudios que han demostrado la importancia de la biodiversidad para el funcionamiento de los ecosistemas y los servicios que nos proporcionan, por ejemplo, la fertilidad del suelo, la regulación del clima o la producción de alimentos. Sin embargo, ha llegado el momento de dar un paso más allá y utilizar este conocimiento en la gestión de los ecosistemas naturales y los sistemas agrícolas. Para ello necesitamos herramientas, como las propuestas en este estudio, que nos permitan identificar combinaciones de especies que maximicen el funcionamiento de los ecosistemas.