Mejor que hace cuatro años. Del agujero de la recesión se ha pasado a una fase expansiva. Todavía no se ha dejado atrás la crisis, y probablemente se tardará en hacerlo, según apuntan no pocos analistas, pero la economía ya ha empezado a dar síntomas de recuperación... Una recuperación que, según han mantenido desde varias instituciones, está siendo más intensa de lo previsto en regiones como la Comunidad Valenciana y en provincias como la de Alicante, algo de lo que el PP trata de sacar rédito de cara a la inminente doble cita electoral del mes de mayo. Ésta fue de las primeras zonas en caer al pozo, y ahora los expertos están convencidos de que será de las primeras en salir por su propia inercia y dinamismo. Sin embargo, esa recuperación no ha llegado igual para todos. Es una reactivación a medias y, para algunos, lo más que se ha hecho es pasar del desastre más absoluto al desastre sin más.

De un lado, es cierto que se ha ganado confianza, que el consumo parece que quiere despegar y empieza a hacerlo, y que las cifras macro se han disparado. Sin ir más lejos, BBVA Research, por ejemplo, ha tenido que revisar al alza sus previsiones. La entidad, en su último informe señalaba que, en 2014, empezó a consolidarse la recuperación de la economía valenciana detectada desde el segundo semestre de 2013, hasta cerrar el año con un crecimiento próximo al 1,4%. No sólo eso. Las previsiones de BBVA Research apuntan a que la economía crecerá en la Comunidad un 2,7% en 2015 y un 2,6% en 2016.

Incluso en una provincia como la de Alicante han caído los concursos de empresas, los expedientes de regulación de empleo o las ejecuciones hipotecarias respecto a hace cuatro años, cuando se celebraron las últimas elecciones municipales y autonómicas. También las exportaciones, esas que han permitido tirar de la economía en los años más duros de la crisis, han continuado disparándose, y han permitido a no pocas empresas capear el temporal. Paralelamente, el ladrillo, que tocó fondo al inicio de este mandato, ya empieza a dar tímidos síntomas de recuperación, especialmente después de que en 2012 registrara sus peores números en cuanto a construcción de obra nueva.

Sin embargo, de otro lado, hay otros datos que ponen en evidencia que esa recuperación ha sido desigual y que el empleo, o, mejor dicho, el desempleo, sigue siendo el principal lastre. Las estadísticas no podrían ser menos halagüeñas. De entrada, la destrucción de sociedades, con el Directorio Central de Empresas del Instituto Nacional de Estadística (INE) en la mano, ha continuado en estos cuatro años. Al cierre de 2014, había 126.389 firmas, un 4% menos que en 2011, lo que cuantitativamente supone que hay unas 5.000 mercantiles menos.

No menos desastrosos son los guarismos en lo que respecta a la bolsa de ocupados y desempleados. La Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre de este año que hizo pública el INE hace apenas unos días pone de manifiesto que este mandato que está casi a punto de expirar va a acabar con 30.300 parados más y 9.100 personas empleadas menos en la provincia que en 2011. De hecho, en los tres primeros meses de este año se han contabilizado 657.400 alicantinos trabajando, frente a los 666.500 de 2011 y, si bien es verdad que fue hace dos años cuando se tocó fondo al caer hasta los 628.000 ocupados y, desde entonces, poco a poco se ha ido mejorando, el balance no ha sido positivo en este campo. La situación empeora si la referencia que se toma es la de los desempleados: ahora hay 236.000 personas sin trabajo, frente a los 205.700 de 2011, y la tasa de paro está en el 26,42% frente al 23,58% de hace cuatro años. Así las cosas, con el mercado laboral, que es lo que más preocupa al ciudadano de a pie a día de hoy, ni Fabra ni los suyos podrán sacar pecho.

Ahora bien, el desempleo no es el único lastre. También ha ganado peso la precariedad, hasta el extremo de que dos que cada diez contratos que se formalizaron en Alicante hasta febrero no llegaron a superar la semana de duración. De los 78.149 contrataciones registradas en ese tiempo, 15.015 fueron por un tiempo igual e incluso inferior a los siete días, de manera que los contratos de una semana ya representan el 19,21% de la contratación en la provincia, según un reciente informe elaborado por UGT de l'Alacantí-Les Marines.

Más allá de los fríos datos en sí, ésta ha sido la legislatura de los ajustes y los recortes, con el desmantelamiento de las políticas activas de empleo de por medio, la supresión de las ayudas para servicios de orientación laboral y la reducción drástica de los fondos destinados al reciclaje de los parados.

También ha sido el mandato de la desaparición del sistema financiero de la Comunidad Valenciana. Nada más estrenada la legislatura autonómica, en julio de 2011, el Banco de España intervenía la CAM, y después llegaría la caída del Banco de Valencia y de Bankia. Asimismo, acabó echando la persiana en Alicante la planta de Coca-Cola, sin que ni el Ayuntamiento de Alicante ni el Consell movieran un dedo.

Con estos puntos de partida, la conclusión es clara: la situación ha mejorado, pero aún no se pueden lanzar las campanas al vuelo. Lo peor parece que ha pasado, ya se ha tocado fondo, y sólo queda subir, pero la crisis aún no se ha acabado, y el empleo aún está lejos de alcanzar los niveles precrisis. Sea como sea, los economistas no dudan en afirmar que la realidad de hoy está muy lejos, y para bien, de la que se vivía hace cuatro años, y que lo previsible es que, en condiciones normales, la tendencia se mantenga en los próximos meses.

El catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia y director adjunto del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), Joaquín Maudos, es de los que lo tiene claro. «Sin lugar a dudas, la situación actual no tiene nada que ver con la de 2011. Llevamos siete trimestres consecutivos de crecimiento, un año creciendo en términos netos de empleo, y dos de corrección del déficit exterior, y también ha mejorado mucho el acceso a la financiación, mientras que la prima de riesgo en 2012 se movía en los 600 puntos básicos y ahora estamos en los 100 puntos. Además, la Comunidad Valenciana está creciendo por encima de la media». Maudos, en este sentido, cree que esta reactivación económica también empieza a notarse a nivel micro. «La gente no percibe la mejoría porque cobra lo mismo, pero el empleo y el consumo están creciendo», afirma. Ante este escenario, sentencia que «en 2011 estábamos en recesión, y ahora estamos en la senda de la recuperación, aunque todavía no se puede decir que se haya dejado atrás la crisis, porque hay desequilibrios, como la tasa de paro, la deuda pública o la deuda externa neta».

En términos similares se pronuncia el profesor de Macroeconomía de la Universidad de Alicante Alfredo Masó. «Los datos económicos avalan que estamos en un cambio de ciclo, en una fase expansiva», puntualiza este economista. Es mas, este profesor se muestra muy crítico con aquellos sectores que, de una forma u otra, se afanan en negar que la recuperación es un hecho: «Estamos ante una situación de manual y, al final, la recuperación llegará a todos y también al empleo, sobre todo porque hay que tener en cuenta que entre 1994 y 2008 se crearon 8 millones de puestos de trabajo y durante la crisis se han destruido tres millones. Es verdad que hay mucho empleo temporal, pero, a medida que se vaya consolidando la demanda, crecerán los indefinidos», comenta.

En cualquier caso, Alfredo Masó incide en que, en esta situación a la que se ha llegado de ciclo expansivo, si hay que destacar el mérito de alguien es el de la sociedad. «Todo lo que se ha conseguido ha sido a base del esfuerzo de los ciudadanos, con empresas y pymes que se han batido el cobre para sobrevivir, con plantillas que han aceptado trabajar más por menos, y con sindicatos que han sido capaces de negociar y aceptar bajadas para que no se siguieran destruyendo empleos. Ahora lo importante es que se ha parado esa tendencia a la caída libre, y, si no hay distorsiones añadidas, sólo podemos esperar que la economía siga creciendo», concluye.