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Los Presupuestos llegan al Congreso para empezar su trámite parlamentario.EP

Descentralizar la democracia

No se sorprenderán al leer que los nuevos Presupuestos del Gobierno de España vuelven a dejar Alicante a oscuras recortando en un 38% las inversiones en la provincia

Mis queridos lectora y lector. Al escrito de la presente me encuentro bien, dentro de los achaques propios de una edad prenatal en la que cada vez se pretende más obligarnos a no ser dueños de nuestros actos alegando, precisamente, que no tenemos edad (Non ho l´età, le pasaba a Gigliola Cinquetti en la Europa del blanco y negro). Espero que ustedes dos, al recibo de la presente, se encuentren bien, dentro de las dificultades de visión que me refieren todos los días dado que todos los días sube el precio de la luz pese a que nuestro telepredicador socialista, Miguel Carmona -hoy vicepresidente de una compañía de la luz con un estipendio cegador-, haya empezado con mucho entusiasmo su nueva etapa giratoria comprando millones de molinillos de viento para que la ciudadanía pueda proporcionarse energía desde una perspectiva de género, transversal, ecológica y sostenible, dada la atávica carencia de luz que sigue iluminando al gobierno @sanchezcastejon. Padre y madre están bien. Disfrutan ya de la luz eterna a un precio bastante más razonable que la terrenal. Pero el motivo de esta epístola no es otro que narrarles las oscuridades que se están instalando en España con la intención de convertirse en el nuevo dogma canónico que regirá durante mil años -como el Tercer Reich de Hitler- vidas, haciendas, comportamientos y adoctrinamiento ideológico-intelectual.

No se sorprenderán al leer que los nuevos Presupuestos del Gobierno de España vuelven a dejar Alicante a oscuras recortando en un 38% las inversiones en la provincia (entre otras, el acceso ferroviario al aeropuerto de Alicante, el quinto de España, años luz del de Valencia). Alicante es la última provincia de toda España en inversión por habitante. A la Comunidad Valenciana le han tocado 1.208 millones de euros, de los que 827 van a Valencia, 197 a Castellón y 184 a Alicante. Gracias, Sánchez. Ni les sorprenderá que sea Cataluña, de nuevo, la que acapare el grueso del dinero de todos los españoles en detrimento no solo de Alicante, sino de Andalucía y Madrid. Parafraseando a Serrano Suñer, hábil cartagenero afincado en Madrid, cuñado de Franco, Madrid es culpable. Por eso quiere @sanchezcastejon seguir castigándola (a Ayuso y al PP) con la amenaza de descentralizar Madrid llevándose parte de la gobernanza estatal a provincias. Así lo exige con razones antijacobinas el Gobierno de la Generalitat Valenciana, tan jacobino a la hora de los equilibrios entre sus provincias. De ahí que la Generalitat gaste en Cultura 2,12 euros por habitante en Alicante, frente a los 15,7 euros para Valencia y los 14,1 euros para Castellón. C´est-à-dire, mes amis, la Generalitat invierte en Alicante el 7,5% del gasto territorial de Cultura. Madrid de Ayuso, no el Gobierno de Sánchez, sigue siendo culpable.

Tengo para mí que el proyecto @sanchezcastejon de descentralizar el aparato oficial de Madrid no es fruto de una vuelta de tuerka más (Madrid) por el hecho de que la todavía capital de España y su Comunidad estén en manos de Ayuso y el PP. No. Según fuentes consultadas -como gusta referirse hoy nuestro paupérrimo periodismo cuando no ha consultado a ninguna fuente-, parece que el clima madrileño (por los abucheos) no gusta al matrimonio Sánchez-Gómez, de ahí que sea La Moncloa la primera en descentralizarse para instalar el Gobierno en Guipúzcoa, que tiene playa. Y que Irene Montero ve poca sororidad en su ministerio de Igualdad -por eso acaba de contratar a una condenada por la justicia y a dos investigados pendientes de juicio por malversación- y quiera trasladar su regalía ministerial a un lugar más transversal para dotarlo de mayor visibilidad de género; por ejemplo, Mallorca, donde podrá vigilar de cerca los casos de explotación sexual de menores tuteladas por el Instituto Mallorquín de Asuntos Sociales. El Tribunal Constitucional, el Supremo, el Consejo General del Poder Judicial y la Fiscalía General del Estado se instalarían en Barcelona para que trabajen sin injerencias ni presiones. La Dirección General de Derechos de los Animales recalará en Pamplona con los sanfermines. Y el Teatro Real vendría a Alicante para paliar el déficit cultural que padece merced a los magros euros que le destina el Botànic (ustedes me perdonarán, pero Botànic, cacofonías aparte, suena, homofónicamente, a Titánic), además de las Cortes Valencianas, que también se instalarán en Alicante. Siguiendo la estela marcada por Pedro Sánchez, la nueva sede central del PSOE se ubicará en Zamora; y las centrales sindicales de CCOO y UGT en Badajoz y Almería respectivamente. Londres, París y Washington han sacado turno para que los reciba Sánchez -online- y les explique la descentralización democrática. Por eso Biden (gran esperanza de la progresía española) ha invitado a 30 estrechos aliados a una cumbre contra los ciberataques dejando fuera a España. Y Sánchez, que creía haber labrado una duradera amistad con el presidente USA tras los 57 segundos en los que le acosó en una cumbre de la OTAN, lame el desaire trasladando la Moncloa a Vascongadas. Según fuentes consultadas, dicen que calla y suspira; y a veces hasta vuela de distraído, Facundo Cabral.

Porque además de descentralizar Madrid, centralizaríamos la democracia en Barcelona, que acapara todo el aparato oficial-político-cultural de Cataluña en detrimento de las otras provincias de la región: Gerona, Lérida y Tarragona. Imagínense el baño de libertad que todo ese entramado de cambios geográficos supone para la democracia. Mirando a Barcelona, por ejemplo, y su Universidad Autónoma, no hay más que ver el talante de libertad y tolerancia del que gozan todos los fascisto-separatistas que, supuestamente alumnos, impedían con gran violencia -ante la permisividad del rector y los Mozos de Escuadra y Cartabón- que un grupo de alumnos de los de verdad, junto a algún valiente catedrático, pudieran reivindicar pacíficamente el derecho a utilizar el castellano y contra la falta de neutralidad ideológica del centro universitario. Y todavía hay quien defiende, medios de comunicación incluidos, que en Cataluña hay libertad. Sí, la hay, pero solo para quien comulga con las soflamas independentistas. Calla y suspira; y a veces hasta vuela de distraída… la libertad, digo. A más ver. 

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