Ciclismo
El Giro de Italia por fin se pone las pilas
Joao Almeida se impone a Gerain Thomas, que recupera la 'maglia rosa', y Roglic afloja y acaba tercero
Sergi López-Egea
Convertido en una especie de Volta a Catalunya, con respeto para las dos carreras, el Giro resucitó transformado en una carrera de una semana. Lo hizo gracias a un ciclista con un futuro todavía por descubrir, un Joâo Almeida, portugués, 24 años, el mismo que se dio a conocer en estos escenarios italianos por allá 2020, el que puso la arrogancia, el que subió al monte Bondone con un pedaleo tan fino como potente, el que ganó la etapa, el que noqueó a Primoz Roglic y el que avisó a la nueva ‘maglia rosa’, Geraint Thomas, de que él era el principal rival en la pelea por una ronda italiana que por fin se puso las pilas.
Fue una etapa magnífica e incluso pareció mejor porque cuando hay hambre cualquier comida parece apetitosa. Después de 15 días de aburrimiento y siesta, de tedio y desgana, de lluvia y fugas permitidas, de que todos rodamos escondidos porque guardamos fuerzas para el festival de la última semana que comenzó en el Bondone, los líderes dieron la cara. Se dejaron ver. Les dio el viento de frente. Se vigilaron, demarraron como Almeida o sufrieron de lo lindo para no dejarse el Giro en la mejor subida de lo que se lleva de carrera, aunque también es cierto que no había que hacer gran cosa para animarse en una ronda italiana que hasta este martes era más que horrorosa.
Hubo fugas, hubo un líder, Bruno Armirail que resistió casi lo imposible para entregar la ‘maglia rosa’ con honor a Thomas. Y hubo 8 kilómetros finales fantásticos, desde el momento en el que Almeida atacó. ¡Por fin el demarraje de un aspirante a la victoria! Roglic no se movió porque seguramente no podía y confió la caza a su gregario estadounidense Sepp Kuss. Lo neutralizó. Pero sólo fue un espejismo. Roglic no andaba fino, porque no ha rodado como quería desde que se cayó la semana pasada.
Si Kuss capturó a Almeida también fue el encargado de evitar un hundimiento total de su jefe de filas cuando el corredor portugués volvió a cambiar el ritmo a 4,4 kilómetros de la meta. Aquel fue el instante para que Thomas saliera del cascarón y demostrase que era el patrón de la carrera, el que quiere ganar el Giro y el que vestirá de rosa este miércoles en una etapa que llama al esprint.
La pareja hizo los últimos 4 kilómetros en perfecta sintonía para jugarse la victoria entre ellos dos. Roglic llegó a la meta a 25 segundos para encender todas las alarmas ante lo que reserva el Giro entre el jueves y el sábado. Fue un día de buen ciclismo, una etapa honrosa, la mejor hasta ahora porque, la verdad, no había que pedir demasiado.
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