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Opinión

Manolo, una leyenda

Manolo González se despide como utilero del Hércules con la aprobación unánime del entorno del club

Manolo, una leyenda

Nació en Bardín y creció entre el olor a linimento por La Viña, observando con devoción a su padre en jornadas de trabajo interminables o escuchándole hablar en los momentos de descanso de lo maravilloso que era Maciá, aquel jugador elástico que llegó de Santa Pola. Se nos jubila Manolo González, el utilero del Hércules, eslabón de una saga que, Giuliano dixit, merece un monumento en la puerta cero del Rico Pérez. De trato exquisito, laboriosidad incuestionable, cuidando las formas y respetando las normas, escritas o no, Manolo se despide con la aprobación y admiración unánime del entorno de un club más propenso a expandir insatisfacción que a crear mitos. Dedicado al club alicantino desde que tuvo uso de razón, proyecto de lateral derecho, confesor y paño de lágrimas de tanto joven apurado que ha ido poblando y pasando por el vestuario, Manolo González (y su hermano Paco) es/son al Hércules lo que Ángel Mur representa para el Barcelona. Y eso es mucho. Estrellas del silencio, de las que caminan por la umbría, necesarias e indispensables para que el escenario quede iluminado. Fue José Carlos Granero quien atinó con las palabras para explicar su impresión poco después de aterrizar en Alicante en otra etapa en Segunda División B: «El Hércules mantiene el sabor a Primera cuando uno se detiene a observar el trabajo de los González». Sin duda. Sabor a Primera en todo: en generosidad, en discreción, en responsabilidad, en actitud, en aptitud y en trabajo. Se aparta un grande, sale por la puerta una leyenda. De ahí sólo se acaban yendo los que nunca deberían irse.

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