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Pina: el fino capitán de la moto y el camión Pegaso

Pina: el fino capitán de la moto y el camión Pegaso

El interior José María Pérez Pina, que jugó en el Hércules 15 temporadas y fue capitán en 9 de ellas, iba a entrenar en una moto desde Novelda

Dos tricornios, dos bigotes y un Seat 124 ocupan el arcén de un punto indeterminado de la carretera nacional que une Alicante y Albacete. A lo lejos, bajo un sol de justicia, aparece un Pegaso cargado de mármol. "Éste viene de Novelda, te toca a ti, Agustín", le espeta el superior al novato.

"Alto a la Guardia Civil", proclama el muchacho. El camionero frena como buenamente puede delante de la Benemérita y le dice a su copiloto que se cambie rápido con él. No sabe si lleva el carné de conducir encima y no quiere ser sancionado. Nunca lo fue en toda su carrera.

Lo que aquellos guardias civiles desconocían es que esa carrera de más de cinco lustros no era llevando un camión, sino conduciendo el juego del Hércules, donde fue una leyenda. Capitán durante nueve años, artífice de un ascenso a 1ª y autor de más de setenta goles (más que nadie hasta que llegó Rodríguez).

Ese sagaz conductor era José María Pérez Pina, delantero de Novelda que aterrizó en el Hércules en la primavera de 1941 procedente del Alicante, con quien se había proclamado campeón regional sin perder ningún partido.

Debut de blanquiazul

En aquella temporada, la 40-41, Pina ya jugó con el Hércules la Copa, que por entonces se disputaba tras la conclusión de la Liga. En su debut, el Hércules cayó estrepitosamente en Castellón por 5-2 y Pina, que no tuvo más culpa que cualquiera de sus compañeros, no volvió por Alicante. Sintió que no había dado el nivel y se ausentó de los siguientes entrenamientos.

El Hércules se percató de tal suceso y le hizo saber la gran consideración que le tenían. Tanta que en el inicio de la siguiente campaña, nada menos que en el estadio de Les Corts, el joven noveldense partía de inicio.

Aquel partido aún se recuerda por el 0-4 que dejó escapar el Hércules (le empató el Barça) y por la tormenta que cayó en la Ciudad Condal durante los noventa minutos de juego.

Pina recordaba años después que le anularon un gol de cabeza que había anotado desde fuera del área, pero también que si el partido llega a durar un minuto más el Barça les gana.

Aquel año el Hércules perdió la categoría, pero Pina lució sobremanera, principalmente en el inicio de Liga. En el segundo choque hizo un hat-trick ante el Deportivo de la Coruña y en la jornada cuatro acumulaba cinco goles.

Antes de irse a hacer el servicio militar a Vitoria (donde fue pretendido insistentemente por el Alavés) marcó en una dolorosa derrota contra el Valencia y ante el Real Madrid, en un partido que remontaron los blancos gracias a un gol del eldense Nazario Belmar, un año antes jugador del Hércules y, dos décadas más tarde, productor ejecutivo de El verdugo, obra maestra de Berlanga.

Pina llegó como delantero centro, pero estaba más cómodo de interior y fue ahí donde triunfó, asistiendo a sus compañeros y canalizando el juego del equipo.

El vilero Calsita, uno de los goleadores más reconocidos que dio la provincia de Alicante, fichó por el Atlético de Madrid a finales de los cuarenta y, tras no brillar en demasía, reconoció que el error de los rojiblancos había sido no fichar también a Pina para que le sirviera buenos balones.

Lo cierto es que Pineta, como se le conocía en Novelda, fue pretendido por varios equipos de élite del país, pero su fidelidad al club y una desgraciada lesión impidieron su marcha.

En un encuentro con Di Stéfano, el noveldense recibió los halagos del astro: "Viejo, vienen a por ti". Pero el fichaje no se consumó y Pina, que estaba nuevamente en 1ª con el Hércules en la 45-46, se desequilibró tras un salto en el partido contra el Alcoyano y se fracturó la tibia y el peroné.

Para coger ritmo tras la lesión, regresó al Alicante en la 46-47, pero el entrenador herculano Urquiri le reclamó para disputar las últimas seis jornadas de Liga y la Copa, donde marcó dos goles al Atlético de Madrid.

Aquel Hércules enlazó ocho temporadas consecutivas en 2ª división y Pina era el líder y capitán del equipo.

Fue entonces cuando forjó una gran amistad con su compañero Ernesto, que se convirtió en padrino de unos de sus hijos al que bautizó con el mismo nombre.

En este periplo en la categoría de plata Pina relució en el Hércules, jugó prácticamente todo y marcó infinidad de goles, varios de ellos en derbis ante el Elche, el Alcoyano o el Cartagena. Además, hizo su segundo hat-trick en el club, en una soberbia goleada por 8-2 al Murcia en la campaña 48-49.

A pesar de ello, trataba de rehuir el tumulto de la ciudad y nunca se movió de su hogar en Novelda, desde donde viajaba a Alicante en una motocicleta Ossa.

En la 53-54, con 33 años y un tanto mermado físicamente, dejó de ser un habitual en las alineaciones de Amadeo Sánchez -el entrenador más elegante que tuvo el Hércules-, pero fue decisivo cuando tocaba.

Gran despedida

El 27 de junio de 1954, en el último partido de la liguilla de la fase de ascenso, Osasuna visitaba el estadio de Bardín en un duelo a cara de perro.

Los navarros se jugaban mantenerse en 1ª tras un año aciago y el Hércules, regresar tras una ausencia que iba camino de los diez años.

Pina desempató la contienda a falta de poco de más de veinte minutos para el final con un remate que sobrepasó a Castellanos, el portero rojillo.

El Hércules terminó ganando 2-0 y ascendió a 1ª: Pina y Amadeo Sánchez salieron a hombros en el último partido oficial del Hércules que acogía el mítico Bardín.

Un mes antes, el 27 de mayo, el mismo estadio albergó un cálido homenaje al eterno capitán con un partido entre el Hércules y el exótico Fola Esch luxemburgués.

El lance fue una fiesta, los locales vencieron por cinco a dos y el gran guardameta Ignacio Eizaguirre (que jugó 19 temporadas en 1ª, el Mundial de Brasil 50 y es una leyenda del Valencia) no quiso perderse la cita.

En 1ª la presencia de Pina fue casi testimonial y se marchó nuevamente al Alicante, donde llegó a jugar en 2ª división. Después rehizo el camino y actuó como jugador y entrenador en el Novelda hasta casi los cuarenta años.

Al colgar las botas abrió en su pueblo Gráficas Pina, y se compró un Pegaso Comet con el que se ganó la vida como transportista hasta la edad de jubilación.

Junto con Pellín, también noveldense y exjugador del Hércules, siguió viendo fútbol cada domingo en el estadio de La Magdalena, donde durante varios años jugaron tres de los cuatro hijos que tuvo con Concepción Sabater, la mujer que guardaba con tanto afecto todos los recortes de prensa que hablaban de su marido.

En el verano de 2001 el capitán Pineta subió al cielo, donde a buen seguro retomó las largas charlas con excompañeros en Casa Ros, de las que siempre salía vencedor el Hércules. Su Hércules. El de todos los que saben apreciar una historia aún por escribir.

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