Ha llegado?, ¿quién?, el yerno, ¿de quién?, de Ortiz, ¿no sé de quién me hablas?, coña el del Hércules, ¡ahh! el amigo del presi, ese hombre ese, pues ni idea pregunta en la secretaría técnica. Sin día fijo, al albur de los acontecimientos y las ocupaciones propias, Portillo vuelve a escena. Entra no se sabe muy bien por qué ni para qué en la dirección deportiva del Rayo Vallecano. Así lo decide la presidencia, la de Madrid y la de Alicante. Presa de presiones, la del Rayo, accede al esperpento de contratar al marido de la hija de Ortiz, el del Hércules. Por lo visto en calidad de amigo, vamos de allegado, que ha puesto de moda la maldita pandemia y la cercanía de las fiestas navideñas. La situación laboral del yerno no puede ser más estrafalaria, es una decisión de dos direcciones difícil de entender, fuera de lo común. Pero lo es si acaso más para el equipo de Vallecas. Lo único que está a favor de tal desatino contractual es el AVE, que te lleva y te pone de vuelta en un santiamén.

El allegado de Martín Presa, ha estado dando vueltas por Zarandieta por sí caía la breva que se dice, y rompiendo promesas hechas a Del Pozo, lo juro por lo que más quieras, su papá político cedía a sus intenciones y le acomodaba en el Consejo de Administración con mando en plaza, en este caso en campo, en terreno de juego, para volver a las andadas y segar la hierba bajo los pies de Cubillo y de los de la dirección deportiva. Vamos una cosa parecida a la que ya hizo en su momento su suegro con el denostado García Pitarch, de infamia para la historia herculana, vaciando de contenido la parcela del añorado Sergio Fernández. Menos mal que esta vuelta no ha colado, y el juguete, sea el sea, se lo regalarán a Javier en fechas próximas, la Epifanía está a la vuelta de la esquina. Paciencia.

Que Portillo forma parte de la propiedad del Hércules es tan verdad como que forma parte de la familia del máximo accionista. Perogrullo daría fe de tal afirmación. Es notorio, la última fase de su trayectoria como profesional del fútbol así lo muestra. Boda, fichaje; notable en su primer año abonándose al gol, su parcela; aseado en su segunda temporada en la que se desciende a la maldita segunda B; cumplidor en su primera en la división de bronce exceptuando aquel no gol en el Carranza; al siguiente el ocaso y la grada en contra. De los terrenos de juego a la dirección deportiva. Sin bagaje ni currículum, más que el ordeno y mando de la propiedad, de la familia. De nuevo salta por los aires y abandona de malas formas y con el Hércules en agonía un puesto que por méritos nunca debió ocupar.

Aburrido, se empecina; su suegro no traga, esta vez no cuela. Del Pozo lo tiene al parecer atado y bien atado, aunque lo mismo se decía del de la voz atiplada y ya ven ustedes lo que pasó, en dos años democracia y en tres Constitución. Habrá que estar ojo avizor siguiendo los pasos del allegado de Martín Presa. Lo de viajar para no hacer nada y pintar menos al final cansa, y la ociosidad, aunque sea escondida, provoca malos pensamientos. Para una temporada que parecía tranquila en los despachos, va el yerno y ¡a desestabilizar!, en ominoso remedo de Joaquín Prat. Aquí y allá, pues Cobeño e Iraola contentos no estarán.