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ANÁLISIS

La protesta ¿de todos y con todos?

La manifestación de mañana revelará si lo que existe en la ciudad contra la gestión de Ortiz en el Hércules es un clamor popular o pura desafección - Un respaldo masivo dejaría a Barcala en una posición muy difícil, preso de sus declaraciones

Luis Barcala en el palco del Rico Pérez junto a Enrique Ortiz y Carlos Mazón ALEX DOMÍNGUEZ

Es irremediable. Con el Hércules sucede siempre. No hay forma de revertir la inercia. Los incendios que prenden, se sabe el día que empiezan, pero jamás cuándo se sofocan ni el terreno que queman. Con intención calculada o sin ella, nunca antes ha estado tan a mano un cambio de rumbo en el club de fútbol de la capital... y eso, guste más o menos, provoca vértigo a muchos niveles, a casi todos, a mucha gente.

Resulta imposible calibrar el desenlace de una revuelta contra el sistema que empezó el día que un alcalde de Alicante, el primero en los últimos 21 años, se atrevió a cuestionar el crédito del propietario de viva voz, abiertamente, con micrófonos delante. Aquel taxativo «los dueños han perdido toda la credibilidad» encendió la mecha de un artefacto que, de explotar, amenaza con generar una onda expansiva que puede llevarse por delante todo lo que pille.

UN PLEBISCITO ABSOLUTO

El Ayuntamiento ha facilitado su tramitación por vía urgente

Lo que va a ocurrir mañana antes del mediodía es posible por la mediación del primer edil, que se comprometió a mediar por los colectivos de aficionados, cuatro exactamente –Unidad Herculana, Asociación de Herculanos, Negre Lloma y El Chepa– para que la solicitud formal de los permisos pertinentes pudiera ser aceptada por la Subdelegación de Gobierno pese a no respetar, por mucho, los plazos del cauce ordinario. Y esa implicación del primer edil es la que tiene más desorientado al círculo íntimo de Enrique Ortiz, un hombre de negocios que está condenado a entenderse con las administraciones domésticas, con todas ellas, sin excepción.

Nadie en el PP había dado ese paso. Ningún integrante popular había opinado con tanta franqueza sobre el constructor. Sin embargo, lo que quizá pretendiera ser en origen una valoración para levantar el ánimo de una ciudad frustrada por la marcha monótona de su equipo, se ha convertido en un tornado.

La afición, al menos esa parte a la que recibió en la sala de juntas del Ayuntamiento, con la que compartió de forma presencial (ni los Plenos se realizan frente a frente) durante más de dos horas creyó entender de su alcalde algo que en realidad no dijo. Lo sabemos porque Quique Tébar –que intervino en la aprobación unánime de la Declaración Institucional para acelerar una cambio sustancial en la manera de administrar la propiedad del Hércules–, se lo recordó antes de despedirse: «Les esperamos a todos allí». No irán, al menos en representación de sus grupo municipales. Las siglas de los partidos se quedarán en casa.

LA CORPORACIÓN SE RESISTE

Los concejales acordaron no ir representando a sus partidos

El acto simbólico de debatir en el Pleno un asunto como el votado en la propuesta es por sí solo muy relevante. Tanto, que era la primera vez. Pero ahí se va a quedar. El alcalde rebajó el tono de su crítica en su alocución, pudo subrayar, enfatizar, abundar, valorar, pero no lo hizo, se ciñó al guion pactado por los seis portavoces. No hubo estridencias, todas se quedaron en las escaleras del Mercado Central el martes.

Si sale mal la manifestación en contra de la gestión de Ortiz y su socio de turno –desaparecido a todos los niveles desde que la posibilidad de generar ingresos saltó por los aires en el epicentro de la pandemia–, es decir, si no la secundan masivamente quienes anhelan un traspaso de poderes, la bola de fuego que llegue a la plaza del Ayuntamiento sobre las doce del mediodía se quedará en una simple bengala que, dicho sea de paso, le facilitará una salida airosa al primer edil, una amable que no le obligaría a poner a nadie entre la espada y la pared.

Pero si no es así, si resulta que el herculanismo se echa a la calle y pide lo que el Ayuntamiento le ha dejado pedir, lo que le ha invitado a creerse –fuera o no consciente de lo que estaba haciendo–, entonces habrá que poner todas las cartas encima de la mesa y retratarse, eso tan poco habitual en los tiempos de impostura que salpican el mundo. El «ahora o nunca» que exhibe el cartel anunciador lo deja muy claro, los impulsores no van a conformarse con evasivas.

LA ENCRUCIJADA ORTIZ

Conservar una inversión de 80 millones o arriesgar el futuro

Cuando la marcha concluya, el empresario alicantino más popular de la capital tendrá mucho más claro que hoy lo que le cabe esperar. Sabrá, en la partida de ajedrez que activó Barcala el martes, cómo ejecutar su siguiente movimiento, uno que ha pensado ya, porque él ha sabido ir siempre dos pasos por delante de sus competidores, así se ha hecho rico y por eso los dos millones que le inyecta al equipo en Segunda B desde hace 7 años no le quitan de comer.

Ortiz no quiere dejar una entidad que avanza bajo su control y el de su familia desde hace más de dos décadas. Puede que lo haga haciendo círculos, cojeando, dejándole en evidencia muchas veces a él y a los suyos, pero lo considera de su propiedad y un hombre de negocios como él no levanta un edificio para que el dinero de la venta se lo embolse un ‘competidor’.

El constructor está dispuesto a explorar la vía municipal, un Hércules tutelado por el Ayuntamiento, con él al lado, inyectando una parte de la liquidez, con más empresarios dispuestos a sumar voluntades, no a quedarse con la unidad productiva vaya usted a saber con qué aviesas intenciones, que es lo que se teme él y le recuerdan a diario en su entorno más cercano.

Ortiz no va a chocar contra el Consistorio ni contra nada que se le parezca, pero no se va a ir del Hércules si el alcalde no se lo pide públicamente. Barcala no estará en la manifestación, no en persona, pero su nombre estará presente en la cabeza de todos los participantes, él tiene la última palabra... y la tendrá que pronunciar. Somos esclavos del verbo.

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