Abriendo camino. La primera española en lograr un oro olímpico, en Barcelona, casi treinta años después de aquello, sigue marcando la pauta, involucrándose en el desarrollo deportivo de una ciudad a la que llegó en la década de los 80, y a la que continúa ligada de un modo muy íntimo: «Es una sorpresa y un gran orgullo»

Pionera toda la vida. Sin pretenderlo, sin buscarlo, sin querer. Haciendo su trabajo, siendo como es, combativa, pertinaz, irredenta. Miriam Blasco (Valladolid, 1963) mañana cumple 58 años. En ninguno ha dejado de luchar, de abrir camino. Primero como judoca, luego como entrenadora y después como política. Senadora tres legislaturas y diputada una. La suya es una vida de éxito y de alicantinidad. Llegó a la ciudad en la década de los 80 para entrenar y ya no se marchó.

Cuando recibió la llamada de Manuel Palomar, presidente de la comisión del Centenario del Hércules para que aceptara ser embajadora del Hércules, no vaciló. «Me sorprendió que me lo pidieran, pero, al mismo tiempo, pensé: qué suerte y qué honor. Me dio mucha satisfacción y mucha alegría que unieran mi nombre al de todo un símbolo de la ciudad y de la sociedad alicantina. Me pareció algo muy bonito», explicó la campeona olímpica, a la que se hizo entrega de la camiseta conmemorativa en el bulevar que lleva su nombre en Playa de San Juan.

«Me dio mucha satisfacción y mucha alegría que unieran mi nombre al de un símbolo de la ciudad y de la sociedad»

«Soy la primera embajadora que no es futbolista y soy la primera mujer, así que también es un gesto bonito. Es algo especial y simbólico», reconoció la vallisoletana, alincantina de adopción. «Es impresionante que una entidad deportiva, tal y como está el deporte, llegue a los cien años. Es muy bonito que ocurra por todo lo que conlleva de tradición, por la ilusión que genera y por lo que supone para la afición. Este club ha generado mucha ilusión a lo largo de sus cien años y es precioso que todos asumamos como nuestros parte de los mejores valores del deporte», subraya.

Como técnica, en 1996, condujo a la también alicantina Isabel Férnandez a su primer metal olímpico. Aquel bronce de quien luego fue concejal de Deportes de la capital, costó mucho y, sin embargo, ningún deportes acapara la milésima parte de la atención que concentra el fútbol en cualquier categoría.

«Hay que aceptar que el fútbol tiene una repercusión diferente, que llega a mucha más gente. Está el fútbol y todo lo demás porque detrás de equipos como el Hércules hay miles de aficionados que se interesan, que lo siguen, que se apasionan. Hay que vivir con ello y asumirlo con naturalidad».

Seguidora blanquiazul, huye de las aglomeraciones: «Me gusta mucho el fútbol, pero no soy de ir al campo asiduamente, me gusta seguirlo por la tele. Siempre estoy pendiente de los resultados, de cómo queda, de cómo va. Ojalá sea capaz de prolongar la racha actual y termine subiendo. Recuerdo cómo se vivió en 2010 el ascenso a Primera, fue maravilloso, una prueba de la alegría que el fútbol es capaz de darle a todo el mundo». 

«Miriam es una referencia en el mundo del deporte de élite y para nosotros era muy importante que formara parte de la embajada del Centenario. Comparte valores de igualdad, de tolerancia, los ha defendido siempre, y es por eso que queríamos que formara parte de este gran equipo», resaltó Palomar.