Es sábado, el día de más trabajo en la tintorería. Los clientes van a ir recogiendo a lo largo del día sus ropas, que mañana es día de lucir. Las camisas, los pantalones y las chaquetas de los señores así como los vestidos de las señoras han de estar impolutos e impecablemente planchados por el joven José. La jornada de trabajo es sumamente intensa, pero ni las prisas y exigencias de la clientela ni el calor insoportable que emana de la vieja plancha que usa le restan un ápice de brillo en los ojos al joven: mañana, para casi todos el día de pasear con los amigos o las novias, será el más importante de su vida. Mañana domingo, José Jover Gomis -alias “el Plancha”- será Jover a secas, el portero del Hércules de Alicante en el primer partido oficial de su historia. En apenas 24 horas, Jover pasará de ser aquel mañaco que en 1914 se dejaba las rodillas para evitar que una pelota de harapos traspasara una “portería” de dos piedras a ser, apenas nueve años después, el primer guardameta del que, en un futuro, se convertirá en el equipo más emblemático de la provincia y en uno de los históricos del fútbol español.

Domingo 25 de noviembre de 1923, estadio de La Florida. La tarde viste de otoño y las gradas presentan un buen aspecto para presenciar el debut del Hércules en el Campeonato Regional “B” de Levante ante el Diana FC. Jover, Chorico, Gaspar, Lloret, Romero, Misó, Compañ, Almodóvar, Santamaría, Alberto y Pérez conforman el primer once de los alicantinos. Los rojiblancos -recordemos que hasta 1927 el Hércules no vistió de blanquiazul- se perfilaban como favoritos ante los dianenses pero, tras un primer tiempo insulso y sin goles, tuvieron que esperar hasta la segunda mitad para hacer efectiva su superioridad. De hecho, al poco de reanudarse el encuentro, le cayó un balón franco a Santamaría y el delantero, de fuerte disparo, inauguró su cuenta particular, la del partido y la de la historia del Hércules. Tras el 1-0, los rojiblancos siguieron dominando y fruto de ello llegó, apenas cinco minutos después, una gran jugada de Compañ, que superó con habilidad a la zaga de los de Dénia para hacer el segundo gol. El partido estaba muy encarrilado y acabó cerrándose con un tercer tanto (de nuevo de Compañ) que prácticamente convertía en un trámite el partido de vuelta en tierras dianenses. Y así fue. Apenas unos días después, tras repetir marcador en la Marina Alta (0-3), el Hércules avanzaba con paso firme hacia las últimas rondas. Solo restaban dos peldaños para conseguir el ansiado ascenso: Deportivo Castalia primero y, previsiblemente, el Stadium de València en la final. Los chicos del “Chepa” superaron con mucha solvencia a los castellonenses en las semifinales (global de 3-1) y en la última eliminatoria esperaba, como no podía ser de otra manera, el Stadium. Sin embargo, los alicantinos no pudieron disputar esa más que merecida final porque ni se llegó a jugar el partido. Y es que, apenas tres días antes de la celebración del mismo, el Hércules fue informado por la Federación Levantina -cuya sede estaba en València- de que debía pagar seis mil pesetas para poder jugar la final, algo que la entidad herculana consideró abusivo. La prensa alicantina de la época especuló con que el Stadium estaba detrás de la implantación de la polémica tasa, algo que nunca se llegó a confirmar y lo único cierto es que los chicos del “Chepa” se quedaron compuestos, sin final y sin ascenso al Campeonato Regional “A”. València le metía el primer gol por la escuadra a Alicante (y no sería el único)…

Jover despeja un balón ante el acoso de un jugador madridista en la inauguración de Bardín VICENTE MESTRE

El naufragio del Natación

Mientras al Hércules Football Club le cortaban las alas desde los despachos, apenas unos meses después, el Natación se proclamaba campeón del Regional “A” levantino tras aplastar a todos sus rivales. El club de nado, fundado por Casimiro de la Viña en 1919 (precisamente el año en el que el Hércules se estrenaba en el amistoso ante el Athletic Benaluense), además llegó a disputar los cuartos de final de la Copa del Rey ante el Real Madrid. Estos éxitos, unido a que era el club con mayor masa social y que contaba con jugadores como José Torregrosa o Ramonzuelo le habían consolidado como el claro dominador del fútbol alicantino. Todo apuntaba a que iba a ser el primer equipo de la provincia que militara en la por aquellos tiempos todavía inexistente Primera División. Pero los de De la Viña se ahogaron en la orilla. Bueno, exactamente en el Camp del Sequiol, donde, en enero de 1926 se enfrentaron al CD Castellón. Allí, con empate a cero en el marcador, el árbitro señaló un penalti muy protestado por los jugadores del Natación. Los locales, sin embargo, fallaron la pena máxima y el partido prosiguió con el mismo resultado pero con los ánimos, especialmente en el bando alicantino, en plena ebullición. El tendencioso arbitraje hizo que el partido, ya de por sí espeso, se fuera volviendo bronco por momentos. Cualquier cosa podría encender la chispa… Y vaya si se encendió minutos después, cuando el colegiado volvió a señalar otro penalti a favor del Castellón. Ante esto y entre un maremágnum de protestas, el capitán Samper ordenó a sus compañeros abandonar el terreno de juego y retirarse del partido. Días después, la Federación Levantina sancionó duramente al Natación por estos incidentes. Tan duramente que el club, no pudiendo hacer frente al pago de dicha sanción, acabó desapareciendo en abril de 1927. Con València habíamos topado de nuevo…

La unión hace la fuerza

Si algo había dejado patente el primer cuarto de siglo XX es que la cantidad de equipos que había tenido Alicante era inversamente proporcional a los éxitos deportivos de los mismos. De hecho, salvo el Natación, que antes de autoinmolarse en Castellón sí había tenido algunos años ciertamente muy buenos, el resto pasaron sin pena ni gloria: Alicante Recreation Club, Bellas Artes, Lucentum FC, Ath. Benaluense, Alicante CF, Sporting Salesiano, Mercurio, UD Alicante (fundado a partir de las cenizas del Natación) o el propio Hércules que, hasta 1927, únicamente tenía en su haber dos torneos sub-16 (Copa Excelsior). Precisamente estos dos últimos clubs, ya fuera por necesidad o por inteligencia, creyeron que unir sus fuerzas era la mejor -o quizás la única- manera de alcanzar cotas más altas. Para ello llegaron a un acuerdo de fusión en 1928 con el que los herculanos conservarían su nombre (la denominación de “Hércules” siempre fue innegociable para el “Chepa”) mientras que el escudo y los colores pasarían a ser los del desaparecido Natación, club embrión de la Unión Deportiva Alicante. Asimismo, varios de los exjugadores más destacados del club de nado, como Ayguadé, pasaron a engrosar las filas del nuevo Hércules de Alicante. Otro dato curioso es que el club se inscribió en la Federación Murciana, tras haber roto relaciones con la levantina. Seguramente en esto tuvo algo que ver la multa desorbitada que había hecho desaparecer al Natación unos meses antes y aquellas seis mil pesetas que no pudo pagar el Hércules en 1923…

Alineación del Hércules en la final de la Copa de España Amateur VICENTE MESTRE

Camino a la gloria

La primera campaña tras la fusión, la 28/29, estuvo a punto de finalizar con éxito rotundo, pues los ya blanquiazules se quedaron a un solo punto de disputar la fase de ascenso a la recién creada Segunda División. No era un mal principio para este nuevo comienzo. Sin embargo, la siguiente temporada trajo bajo el brazo nada más y nada menos que el subcampeonato de España Amateur. Pese a perder 3-2 ante el Gijón en la final disputada en Montjuic, decenas de miles de personas -entre las que se encontraba el Rey Alfonso XIII- pudieron ver a un bravo equipo alicantino que no se arrugó nunca. Aquel 1 de junio de 1930 el Hércules había hecho su presentación al país entero.

Las consecuencias de este hito -y sobre todo de la buena imagen dada- pronto se hicieron notar. El Hércules había empezado a ser un equipo conocido en toda España y, con ello, cada vez había más jugadores de calidad que quieren llevar la blanquiazul: los hermanos Pepe y Manolo Maciá se incorporaron en 1930, Ramonzuelo en 1931 y Mendizábal, Suárez y José Torregrosa en el 32. Precisamente en 1932 se inauguró -nada menos que ante el Madrid de Zamora y Quincoces- el estadio de Bardín, que contaba con una capacidad inicial de ocho mil espectadores y que se construyó ante la evidencia de que el club precisaba de una instalación acorde a su nuevo estatus. “La pequeña bombonera” -llamada así por su coqueto aspecto- se iba a convertir en los próximos veintidós años en la casa del Hércules y en su punto de partida hacia la gloria a base de gestas. La primera de ellas no tardó en llegar…

Y es el Hércules campeón...

Alicante, 13 de noviembre de 1932. No cabe ni un alfiler en Bardín. La expectación es máxima. Y es que la ocasión lo merece: a falta de únicamente dos jornadas para concluir el Campeonato Regional murciano, el Hércules se hará con el título matemáticamente si consigue tumbar al Elche CF y el Murcia no gana en Cartagena. Los jugadores locales, conscientes tanto de la dificultad de que se den ambos condicionantes como del hecho de que cualquier opción pasaba por ganar el partido, salieron al ataque desde el pitido inicial. Con un juego frenético pero algo deslavazado, el Hércules arrinconó al Elche en su terreno durante buena parte de los primeros veinte minutos pero no logró traducir su dominio en ocasiones de peligro. Sin embargo, en una contra muy bien hilvanada, Clement era el que adelantaba de volea al Elche en el minuto 24 para complicar las cosas aún más si cabe. Los ilicitanos, en plena fase de desconcierto blanquiazul tras el gol, estuvieron a punto de lograr el segundo instantes después con un disparo que rozó el palo. Sobrepasada la media hora de juego, cuando parecía que el 0-2 estaba bastante más cerca que el 1-1, en una jugada embarullada en el área franjiverde, Gorduras resolvía a puerta vacía y empataba el encuentro. Las espadas volvían a estar en todo lo alto y la grada, enfervorecida, empezaba a soñar con la remontada y con que llegasen buenas noticias de Cartagena. Los siguientes minutos al empate fueron, tal vez, los de mayor calidad del choque. Las llegadas a las áreas se sucedían una tras otra. Fruto de una de ellas, con la primera parte agonizando, llegó una gran jugada de Ramonzuelo que, tras deshacerse de cuantos contrarios salieron a su paso, cedió a Manuel Suárez para que, llegando desde atrás, marcase de potente disparo el 2-1 con el que los alicantinos culminaban la remontada. La segunda mitad fue de claro dominio blanquiazul pero el marcador ya no se movería pese a tener numerosas ocasiones de gol. Con la derrota del Murcia y el pitido final, Bardín se convirtió en una fiesta. Muchos aficionados invadieron el terreno de juego y abrazaron a los jugadores. Los Maciá, Suárez, Torregrosa, Ramonzuelo y compañía habían dado al Hércules el primer título de su historia, el Campeonato Regional murciano. El “Chepa” y su amigo Jover -aquel día portero suplente- habían cumplido ese sueño que había empezado en 1914 entre pelotas de harapos, barro y porterías de dos piedras. Diecinueve años y mil y una adversidades después, ahora sí, por fin podían decir que es el Hércules campeón...