Segunda RFEF

Grandes gestos... que no se ven

La sensación de bloque que transmite el Hércules dentro del campo tiene traslado fuera

La foto de grupo realizada sobre el césped de Formentera explica buena parte de inicio del equipo

Míchel, capitán sin sitio, implicado pese a todo

Celebración del triunfo del Hércules en Formentera junto a los aficionados blanquiazules presentes en Sant Fransec,

Celebración del triunfo del Hércules en Formentera junto a los aficionados blanquiazules presentes en Sant Fransec, / LOF

Pedro Rojas

Pedro Rojas

Detrás de cada éxito hay un reguero de actos aparentemente intrascendentes que son los que robustecen los proyectos. La sensación de pertenencia, de identidad, de ser parte de algo que está por encima del ego. Saber ponerse detrás para que luzcan los de delante, fundirse con la idea y hacerlo a cualquier edad resulta esencial en la formación de grupos, no existe otra manera. Nadie logra nada verdaderamente relevante por sí solo. Nadie. Nunca. En ninguna parte. Por eso, casi tan importante como rodearse de talento es hacerlo de futbolistas que vean más allá de su nariz... y de sus estadísticas. 

Un vestuario con diferencias pero sin fisuras se protege mejor de los golpes. Y en inercia positiva, rueda más deprisa, con mayor eficacia porque todos empujan a la vez. De momento, el arranque del Hércules no puede ser mejor. Mientras la secretaría técnica y el entrenador ensamblaban piezas, faltaba calcular el encaje de una ficha capital, la de más peso salarial: Míchel Herrero.

Con altura

El segundo capitán no estuvo a la altura de su historia blanquiazul en el regreso al club y asaltaron las dudas. Al final se llegó a la conclusión de que si el valenciano no quería irse, se quedaría para ayudar. Así se lo comunicó él mismo en los distintos niveles de la SAD. Pero una cosa es decirlo y otra bien diferente, poderlo cumplir.

No ha hecho falta esperar mucho. Jornada 2. Torrecilla decide viajar con 20 futbolistas a Formentera, todos los disponibles sin tara física. Se los llevó el entrenador sabiendo que debía de dejar a un par sentados en una sillita de plástico en un lateral del campo antes de empezar, sin vestir, sin ser partícipes del juego.

Míchel Herrero y Diego Lorenzo, descartados por Torrecilla en Formentera, siguen el partido desde un lateral, a pie de campo.

Míchel Herrero y Diego Lorenzo, descartados por Torrecilla en Formentera, siguen el partido desde un lateral, a pie de campo. / LOF

El técnico comunicó a Míchel y a Diego Lorenzo que no contaba con ellos. Aceptaron su descarte con deportividad, con entereza. Vivieron el encuentro con la tensión propia del que sabe que no tiene sitio, pero sin dejar de alentar cada vez que el balón les rondaba, cada vez que un compañero caía por la banda que ellos ocupaban. Ni una mala cara, ni un reproche, ningún desplante, al revés. Y siendo eso bueno, lo mejor llegó después, cuando se acabó el choque, cuando el tiro de cámara dejó de enfocarles.

Con el pitido final, el jugador más veterano del equipo y el más joven se levantaron de su trono acrílico para irse al vestuario a reunirse con los demás. Iban charlando, tranquilos, contentos por el resultado. Lejos de ellos, en la otra punta, los compañeros demoraban su salida del verde achicharrante. Saludaban al rival deportivamente. Ganar alivia el cansancio.

Retratarse

En vez de seguir adelante, el segundo capitán detuvo el paso. Observó el corrillo que empezaba a formarse frente a una de las butacas de la única grada de municipal de San Fransec y se dio cuenta rápido de lo que ocurría. Los compañeros se estaban arremolinando delante de los aficionados blanquiazules presentes en el campo para retratarse con ellos.

Ese ritual, que generalmente se realiza en la intimidad de la duchas, sin testigos, iba a servir, a plena luz, para agradecer la fe de quienes no dejan de viajar a pesar de todo, de los sinsabores, de los años de esparto y malagana, que siempre están ahí, incluso cuando se sienten más a disgusto.

Era un acto improvisado, frugal, furtivo. Míchel no necesitaba salir en esa instantánea, podía haber seguido su camino, ir a recoger sus enseres al vestuario, prepararse para otro viaje poco amable en ferri, nadie se lo habría reprochado, pero no lo hizo. Se siente uno más, responsable. Quiso, pese a no contar, ser parte del todo, sentirse dentro, no quedarse al margen. Gritó a sus compañeros para que le esperaran, corrió hacia ellos y arrastró con él al joven Diego.

Los compañeros y los hinchas blanquiazules presentes festejaron su llegada. El segundo capitán agarró la bandera, la estiró para que se viera el escudo y, cediendo el protagonismo al bloque, sonrió a cámara y celebró exultante un logro pequeño, nimio en una carrera tan larga. La temporada está en pañales, hay tiempo de sobra para que se tuerza, para que florezcan el recelo, la angustia y los enfrentamientos, pero si ese escenario llega, mejor no darle ventaja al infortunio.

Acto en la concatedral de San Nicolás a las 12:30 horas

► Jugadores, técnicos y parte de la directiva tienen previsto acudir este miércoles a la concatedral de San Nicolás, en Alicante, para participar en un acto religioso que sirva al proyecto para recibir la bendición de la patrona de la ciudad, la Virgen del Remedio. Los capitanes ofrecerán un ramo de flores como signo de devoción.