Elecciones en el país heleno

El batacazo de la izquierda griega evidencia su necesidad de regeneración

El exprimer ministro griego y líder de Syriza, Alexis Tsipras.

El exprimer ministro griego y líder de Syriza, Alexis Tsipras.

Irene Savio

La victoria de la derecha en Grecia en las elecciones generales del domingo en el país ha abierto un debate sobre la necesidad de regeneración dentro de la izquierda helena. Más aún cuando el batacazo de Syriza, el principal partido de la oposición al conservador Kyriakos Mitsotakis, está acompañado por algunas circunstancias imposibles de eludir.

La primera es una participación que ha sido la más baja desde la restauración de la democracia en Grecia en 1974: sólo el 52,83% del electorado decidió ejercer su derecho al voto, lo que equivale a apenas unos 5 de 10 millones de electores. La segunda es la fragmentación del electorado progresista, que muestra una clara erosión del consenso de Syriza.

Varios partidos han captado el descontento con el partido izquierdista. Uno de ellos ha sido Plefsi Eleftherias (Curso para la Libertad), que obtuvo el 3,17% (8 escaños), y ha entrado por primera vez en el Parlamento. La formación, nacida en 2016 y acusada de no poseer un verdadero programa político, fue creada por Zoe Konstantopoulou, antigua directiva de Syriza y una de las grandes detractoras de Tsipras cuando este era primer ministro (2015-2019) y accedió a las medidas de austeridad pedidas por la Unión Europea (UE). 

Desunión

Más relevante aún ha sido el resultado de los socialistas del Pasok, los cuales, después del batacazo de las generales de 2015 (cuando registraron apenas el 6,29% de los apoyos), han vuelto a presentarse en estas últimas dos vueltas electorales, y se hicieron con alrededor del 12%. 

Un tercer partido es MeRA25, la formación del economista Yanis Varoufakis, exministro de Economía de Tsipras, que obtuvo el 2,49% (129.859 votantes), y se ha quedado fuera del Parlamento. El cuarto son los inoxidables comunistas del KKE que, si bien nunca han sufrido grandes fluctuaciones, crecieron hasta el 7,69% en la última elección, unos tres puntos más que en los anteriores comicios de julio de 2019.

Resultado de ello ha sido un mapa político griego casi integralmente teñido de azul, el color de Nueva Democracia, con excepción de la región de la pequeña región de Rodopi; eso es, siete unidades administrativas regionales más que virado hacia la derecha, comparado con 2019. Lo que incluye también a las cuatro entidades de la 'roja' isla de Creta, donde, sin embargo, la izquierda, sumando todos los partidos, sigue teniendo más votos que la derecha. ND ha asimismo ganado en Evros, donde las denuncias de agresiones contra migrantes han sido múltiples. 

Renovación difícil

Con esto como punto de partida, el propio Tsipras el domingo admitió la derrota y ha indicado que Syriza necesita de personas "nuevas". El izquierdista incluso ha puesto su cargo a disposición y ha dicho que se someterá "al juicio de los afiliados". El problema está en que no hay candidatos claros para su suceción, lo que podría abrir una larga transición o poner en marcha un proceso de transformación del partido que no le afecte directamente a él, sino a algunos de sus cuadros.

La razón también remite a la naturaleza misma de la Coalición de la Izquierda Radical, el nombre originario de Syriza. Un partido que nació en 2004 como una compleja amalgama de socialistas, trotskistas, maoístas, y ecologistas, que, caída la URSS, se negaron a seguir al KKE y sus postulados cercanos a Moscú. 

Tsipras, en aquellos años, era el principal pegamento del grupo, lo que deja en el aire el futuro de Syriza si él abandona el barco en un momento de dificultad. "Es probable que Tsipras enfrente nuevas preguntas sobre su futuro, ya que no hay un claro sucesor potencial para el carismático exlíder comunista", ha opinado, en esta línea, el politólogo Yorgos Patsambekis. 

Pero Antonis Karampatzos, profesor de derecho privado en la Facultad de Derecho de Atenas de la Universidad Nacional y Kapodistriana de Atenas, también ha señalado los errores del líder de Syriza. "Lo que ha faltado en Syriza ha sido un discurso programático serio, después de tantos años de crisis, la gente puede valorar mucho más la seguridad que las nuevas ideas y experimentos", dijo Karampatzos, al medio balcánico BIRN.