Guerra en Ucrania

Crónica desde Moscú: se fue Zara y llegó Zarina

Establecimiento de cómida rápida en Moscú.

Establecimiento de cómida rápida en Moscú. / Àlex Bustos

Àlex Bustos

Cuando Rusia decidió iniciar su ofensiva contra Ucrania, muchas empresas occidentales se fueron. Aunque eso llenó los titulares y vació algunas zonas de los centros comerciales de todo el país, la solución no tardó en llegar. Hoy, casi dos años después de que el Ejército ruso entrara en Ucrania, encontrar una Coca-Cola, ropa de Zara, juguetes de Lego o iPhones no tiene ningún misterio para el consumidor ruso, aunque todas esas compañías decidieron abandonar el país y dejar de vender sus productos a los ciudadanos rusos.

En los pasillos de los supermercados rusos hubo una vorágine de marcas que se lanzaron a ocupar el puesto del gran referente de los refrescos, Coca-Cola. Cool-Cola, Dobry Cola, Loco Cola, Dubl Bubl, Super Cola, entre muchas otras marcas intentaron ocupar su lugar. Sin embargo, Coca-Cola acabó regresando, luciendo en su envoltorio etiquetas en lenguas como el kazajo, el georgiano, el polaco o el albanés, cuyos países aún siguen fabricando este refresco y desde el cual se está exportando sin tapujos. 

Refrescos de cola en un supermercado moscovita.

Refrescos de cola en un supermercado moscovita. / Àlex Bustos

“Somos rusos, estamos acostumbrados a tener trucos para burlar la escasez, incluso cuando se trata de algo no necesario”, asegura Vasily. “Ya lo vivimos con los tejanos en la era soviética o más recientemente con las ostras bielorrusas” añade, risueño. En la era soviética tener pantalones vaqueros era un símbolo de estatus, pues eran raros de conseguir al no fabricarse en territorio nacional. Las llamadas “ostras bielorrusas” fueron una consecuencia de la anexión rusa de Crimea y sus sanciones posteriores a los productos europeos. Pero hecha la ley, hecha la trampa, algo que es conocido tanto en Rusia como en Bielorrusia. Bielorrusia, muy cercano a Rusia tanto políticamente como culturalmente, ya empezó a exportar productos de países de la UE a su “hermano mayor”, algo que era más que obvio en algunos productos como el pescado o el marisco, ya que Bielorrusia no tiene salida al mar.

Otro de los productos más icónicos, los iphones, no ha sido tan fácil de sustituir y no fue hasta que se permitió la importación paralela, una suerte de contrabando legal que permite vender productos sin permiso de su fabricante original, que no regresaron los deseados teléfonos. Aunque salen algo más caros que en origen, en la mayor parte de tiendas de electrodomésticos y telefonía es posible adquirir el último modelo de Apple sin necesidad de rebuscar por la capital rusa.

Fotos de los iphones de Apple en Moscú.

Fotos de los iphones de Apple en Moscú. / Àlex Bustos

Cuando se les pregunta a los dependientes de dichas tiendas, muchos no saben de donde han salido. Pero según algunos medios occidentales, la mayor parte de los productos importados de esta forma vienen de países afines como Irán o Turquía. Este último se ha convertido en un nodo importante para los productos y personas que vayan de Rusia a Occidente y viceversa. “Aunque no te sé decir de qué país ha venido, no te preocupes que tiene todas las garantías y el aparato se puede configurar en ruso”, explica un dependiente. Admite que aunque tiene la mayor parte de las funcionalidades activas, “todo lo que no se pueda usar en territorio ruso estará 'capado'”. Netflix, Spotify, Instagram o Twitter no están disponibles sin el uso de redes VPN, y en algunos casos ni así.

Una extraña competencia

Además de exportar, la otra solución es hacerlo a la rusa. La marca de ropa Zarina, aunque llevaba años existiendo, se ha beneficiado mucho de que la reconocida marca española Zara se fuera del país. Y al gigante español le ha salido, además, la extraña competencia de una tienda online llamada 'Kupi Zara' (Compre en Zara) que sirve para que los rusos puedan seguir adquiriendo ropa de dicha marca.

Otros ejemplos, con diferente éxito, han sido los restaurantes de comida rápida y cafeterías. Vkusno y tochka (Delicioso y punto) y Rostiks han venido a sustituir respectivamente McDonald's y KFC. Incluso el famoso McDonald's del centro de Moscú, el único que se abrió en la Unión Soviética, se cerró y empresarios rusos rápidamente vieron la oportunidad de hacer negocio. Es difícil distinguirlos de los originales, pues la estética de los restaurantes, el producto e incluso los envases son muy parecidos.

Para los consumidores no hay mucha diferencia, pues tanto la maquinaria como los productos que se usan son prácticamente los mismos. “Sé que no es sano, al final es la misma comida basura, solo nos han cambiado el nombre de la hamburguesa” admite Lyudmila. Tan parecido, como que al principio de su andadura empresarial debieron empezar con salsas de la cadena americana, aunque se vendían con su logotipo tachado con rotulador. 

Suscríbete para seguir leyendo