Un pueblo de 4.773 habitantes puede ser un lugar plácido, perdido camino del olvido entre acantilados, vegetación autóctona y mar abierto; pero también puede ser el escenario de incidentes, intrigas políticas y escándalos informativos. Y es que Benitatxell, en la comarca de la Marina Alta, da para mucho.

El procesamiento del alcalde, el independiente Juan Cardona, y de la concejala de su grupo, la austriaca Hannelore Rheindorf, por presuntos delitos de cohecho en relación a una recalificación de terrenos, ha devuelto al pueblo al primer plano de la polémica urbanística. Un primer plano que ocupó hace tiempo y que estos días, más de dos décadas después, recuerdan políticos y periodistas que vivieron una forma de gestionar el territorio en ocasiones rodeada de tensión, bronca y actitudes cercanas a la violencia. En medio del crecimiento exponencial del turismo europeo en la Costa Blanca, Benitatxell fue uno de los iconos de la batalla entre la especulación urbanística en la costa y el Medio Ambiente.

Corría la segunda legislatura de Joan Lerma al frente de la Generalitat y el entonces socialista Rafael Blasco como conseller de Obras Públicas (la Coput) estaba dispuesto a encabezar una política de protección ambiental (con las primeras declaraciones de parque natural) ante proyectos que destrozaban el paisaje.

En el verano de 1987 la Coput fijó su mirada en Benitatxell, donde el Ayuntamiento y la promotora VAPF se habían embarcado en la construcción del complejo Cumbres del Sol, una ciudad para turistas extranjeros en el Puig de la Llorença, junto a parajes considerados como zona de importancia ecológica, con valor biogenético y paisajístico.

Y como no hay turismo en la Costa Blanca sin playa, se voló literalmente un acantilado para crear una pequeña a la que descender desde lo alto de las Cumbres. Expertos como el director del Jardí Botànic, Manuel Costa, fue uno de los que se opusieron a este proyecto, amenaza para especies vegetales endémicas de la zona.

La Conselleria reaccionó y ordenó la paralización de las obras de la urbanización para, en palabras de la entonces directora general de Urbanismo, Blanca Blanquer, "evitar la expansión de la obra".

Ante la intervención de la Generalitat, Benitatxell explotó. "Fue tremendo; montaron una gran bronca y Carlos [Auerheimer, responsable de Medio Ambiente de la Conselleria] y yo lo padecimos", recordaba ayer para este diario. Lo cierto es que la paralización de la obras rompía algunos planes. En primer lugar, del Ayuntamiento, que recibía la mitad de sus ingresos de los más de 300 chalés de la urbanización que pertenecían a turistas extranjeros; y, además, el alcalde del momento no tuvo problemas en recurrir al argumento de los empleos que se perderían para acrecentar la tensión. "El próximo sábado pueden producirse enfrentamientos violentos de consecuencias imprevisibles", proclamó a los medios de comunicación en la víspera de una manifestación.

Encierros en casas

Aquellos días de julio del 87 la tensión se empadronó en el municipio. Algunos vecinos permanecieron un día encerrados en sus casas para protestar contra la paralización de Cumbres del Sol, hubo cartas anónimas intimidatorias para políticos y técnicos urbanísticos, barricadas en medio del campo y casi se llega a las manos en las calles de este pacífico municipio.

Con todo, el clímax de las hostilidades se produjo en una tensa rueda de prensa celebrada en la misma urbanización de Benitatxell con responsables de la promotora, que invitaron a la directora general de Urbanismo y al jefe de gabinete de Medio Ambiente, Carlos Auerheimer. Vicente Aupí, colaborador de este periódico, fue testigo de aquel encuentro informativo. "Hubo mucha hostilidad. No se llegó a la agresión, pero sí abucheos e insultos de muchas personas interesadas hacia los altos cargos de la Generalitat", recuerda.

La tensión pasó, con el compromiso del conseller Blasco de vigilar que "la adecuación del desarrollo potencial de la zona" fuera respetuoso con el patrimonio natural de los valencianos. Veintiún veranos después, los portales vacacionales de internet ofrecen una zona residencial de 3,7 millones de metros cuadrados, en primera línea de mar, donde se ubican diferentes áreas con villas, bungalows y apartamentos. Playas, zonas verdes, parques, deportes... "todo a su disposición".