Nutrición alternativa

Ya es legal en la UE comer larvas de escarabajo, cuarto insecto autorizado para el consumo

Gusano de la harina, langosta y grillo son las otras especies permitidas para alimentación en los últimos años

Ya es legal comer larvas de escarabajo en la UE, cuarto insecto autorizado

Ya es legal comer larvas de escarabajo en la UE, cuarto insecto autorizado / Pixabay

Joan Lluís Ferrer

Joan Lluís Ferrer

La Unión Europea ha autorizado la cuarta especie de insecto para uso comestible. Se trata de la larva del escarabajo del estiércol (Alphitobius diaperinus). A principios de este mes de enero, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en inglés) dio luz verde al empleo culinario de “las formas congelada, en pasta, desecada y en polvo de las larvas” del citado insecto.

De este modo, la agencia comunitaria responde a la petición hecha hace ya casi cinco años por una empresa francesa para poder utilizar este ingrediente. Los trámites y pruebas que necesita un nuevo alimento para ser autorizado por la UE son largas y complejas, de ahí la tardanza de la EFSA en emitir su veredicto.

Sin embargo, este organismo establece también algunas limitaciones al consumo de estas larvas, pues no se recomienda su ingesta a los alérgicos a los crustáceos y a los ácaros del polvo, y así deberá hacerse constar en el etiquetado de los productos que vayan a contener este insecto.

Del mismo modo, se establece que la forma en polvo de las larvas de escarabajo no debe ser consumida por menores de 18 años, circunstancia que también deberá ser visible en el envase.

Larva de la especie autorizada para consumo humano

Larva de la especie autorizada para consumo humano / Shutterstock

Este es el cuarto insecto que la UE autoriza para ser vendido como comestible en los países miembros. En 2015, la Unión Europea aprobó las normas para autorizar nuevos alimentos, entre ellos los insectos.

El primero en ser autorizado fue el gusano amarillo de la harina (Tenebrio molitor larva), hace solo dos años, y poco después se permitió también el consumo de la langosta migratoria (Locusta migratoria). Finalmente, en febrero de 2022 se autorizó el grillo común (Acheta domesticus), el cual puede ser vendido en varios formatos: deshidratado, congelado y en polvo, así como en polvo parcialmente desgrasado.

En realidad, en muchos casos estos insectos se utilizan en forma de harina y como ingrediente para la elaboración de otros productos, como galletas, panes o rebozados.

Regulado desde 2015 en la UE

Los insectos están regulados en Europa desde el 2015 como alimentos nuevos. En 2020 un informe internacional concluyó favorablemente sobre su valoración nutricional.

En lo que se refiere a la toxicidad, comer insectos no representa ningún problema para la seguridad, si bien se pueden producir reacciones alérgicas, como pasa con los crustáceos y los ácaros del polvo.

Comer insectos es habitual en muchos países

Comer insectos es habitual en muchos países / Getty

Desde la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) también se ha establecido que los insectos forman parte de la vida de más de un millón de personas en el mundo.

«La cría de insectos es una industria creciente en Europa, puesto que nuestros hábitos dietéticos están cambiando rápidamente y la voluntad del consumidor es probar cosas nuevas; por lo tanto, aumenta su consumo, no tienen la poca aceptabilidad de generaciones anteriores», destacaba recientemente la dietista Marta Ros.

Por su parte, la profesora de Nutrición Anna Bach defiende que los insectos pueden aportar su proteína para un sistema alimentario más sostenible, que actúa como «uno de los principales motores del cambio climático».

Hay que tener en cuenta que la población mundial podría llegar hasta los 9.000 millones de personas en 2050, «y, por lo tanto, tenemos que encontrar diferentes soluciones y, en este sentido, los insectos pueden tener un rol para esta población creciente».

«Las soluciones deben ser múltiples —remarca la profesora— y exigen reducir las pérdidas de los alimentos o las mejoras de las prácticas de producción, puesto que, si utilizáramos las técnicas más eficientes y de más rendimiento, que solo utilizan un 10% de los productores, podríamos llegar a reducir el 30% de las emisiones».

El agua necesaria para producir el producto es inferior a la de otros alimentos; igualmente, generan menos gases de efecto invernadero, y la ocupación de espacio en granjas es, al mismo tiempo, menor. De hecho, hay empresas que están desarrollando granjas de insectos que se pueden tener en casa.

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Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es