Nos creemos superiores a los animales, pero nada más lejos de la realidad. Cada día, a cada momento, veo lo grandes que son y todo lo que tenemos que aprender de ellos.
Sin ir más lejos, la semana pasada unos gatitos de tan sólo un mes de edad nos enseñaron de lo que son capaces. Uno de los hermanitos era ciego y había sobrevivido en la calle, en la colonia donde vivían, usando a los demás como guía. Además, sus hermanos siempre se posicionaban protegiéndole, poniéndose delante ante cualquier amenaza o si se les acercaba un humano. Y es entonces, en ese preciso instante en el que te das cuenta de su grandeza y de su infinito poder. Cómo unos seres tan pequeños y aparentemente indefensos tienen la capacidad de darnos una de las mayores lecciones que podemos aprender. Y es que nuestra superioridad como especie no solamente es ficticia, sino que además en cuanto a los valores, actitudes e inteligencia emocional estamos muy debajo de los animales. Ya que aunque a la mayoría les cueste reconocerlo, esa es la realidad. El problema es que para apreciar esto, hay que poseer un cierto nivel de humildad y tener la capacidad de percibir cada gesto, cada detalle, que estos maravillosos seres nos regalan y con los que nos demuestran que no existe tal superioridad.
Tan sólo con el ejemplo citado, una camada de bebés de gato es capaz de enseñarnos tanto y además una lección tan importante€ Nos han enseñado cómo ellos saben que su hermano es vulnerable y le deben proteger, porque a los seres indefensos en lugar de dañarles hay que tenderles una mano y ayudarles para que su dificultad no les afecte. Nos han enseñado su capacidad de supervivencia y adaptación, incluso cuando naces ciego, en la calle y en un sitio donde nadie te quiere e incluso te intentan dañar.
Por eso, nunca infravalores a un animal por muy pequeño que sea. Porque si prestas atención a lo que realmente importa, a lo que muestra la grandeza real de un ser, ellos se convertirán en grandes maestros de las lecciones más importantes que alguien puede aprender.
