La experimentación con animales con fines científicos se encuentra regulada en diversa normativa tanto nacional como europea, pudiendo destacar la Directiva 2010/63/UE que viene a establecer un marco mínimo de bienestar de los animales utilizados para la experimentación, que ha dado lugar a normativa estatal. La Directiva la fijación de unos parámetros de bienestar de estos animales que pasan por evitar sufrimientos innecesarios o minimizar sus efectos y a la vez promueve la utilización de métodos alternativos a aquellos que utilizan animales vivos. Por ello podemos decir que se articula desde una doble vertiente, el reemplazo de métodos de experimentación con animales por métodos alternativos de investigación científica y la salvaguarda de unos parámetros mínimos de «bienestar» animal. En lo que se refiere a los animales, se regula el proceso relativo a los animales destinado a experimentación, tanto la cría de éstos como su cuidado y sacrificio.
La problemática que se suscita tanto con la directiva como con las normas nacionales que la desarrollan es que no existe una implementación real de métodos alternativos a la experimentación con animales, ni se destina financiación al desarrollo de dichos métodos alternativos. Tampoco se difunden aquellas líneas alternativas que ya existen y que han sido desarrolladas ni se fomentan los métodos alternativos de forma efectiva.
Una de las propuestas surgidas recientemente es la instalación de cámaras de videovigilancia en los laboratorios para evitar casos de maltrato o abuso a los animales destinados a experimentación, pero lo cierto es que la solución real es la inversión de recursos para el desarrollo de métodos alternativos a la experimentación con animales, que permitan el avance de la ciencia desde el respeto y la ética.
