El remitente del sobre a Reyes Maroto lleva décadas enviando cartas
El investigado, una persona en situación de exclusión social de 65 años, ha reconocido a la Policía el envío de la navaja a la ministra
Íñigo E. A., el hombre que supuestamente envió una carta con una navaja ensangrentadaa la ministra de Industria, Reyes Maroto, lleva entre 20 y 30 años enviando misivas a diversas personalidades, no todas ellas amenazantes, y es una persona inofensiva, conocida en su domicilio y con problemas de salud mental.
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Según han explicado a EFE fuentes jurídicas, este hombre, que puso su nombre y dirección en la carta acolchada que envió a Maroto, tiene 65 años, vive solo en El Escorial (Madrid) y ha remitido, entre otras, una carta a la Embajada de Turquía en Madrid a la atención del presidente de ese país, Recep Tayyip Erdogan.
Las mismas fuentes han explicado que en esa misiva, el autor ha incluido papeles y un libro de segunda mano, subrayado y con dibujos que él hace.
Hoy, Íñigo E. A., que según las fuentes no tiene motivación política alguna cuando envía esas cartas y que no está emparentado con ningún dirigente de fuerza política alguna, ha declarado ante la Policía y ha reconocido que remitió el sobre a Maroto y que lleva entre 20 y 30 años con estas prácticas.
También ha explicado que lo hace con la intención de ayudar, porque se considera un analista de la información, han añadido a EFE las fuentes después de asegurar que los investigadores ya le conocían y de reiterar que es "totalmente inofensivo".
Este hombre, que no ha estado detenido en ningún momento, tiene abiertas dos diligencias por parte de la Policía Nacional por la carta a Maroto y de la Guardia Civil por el envío a la embajada turca.
Delante de los agentes, Íñigo E. A. ha visto el contenido del sobre y ha dado explicaciones incoherentes, además de poco entendibles, porque está operado de cáncer de garganta y no puede hablar con claridad.
Se trata de una persona en situación de exclusión social, sin pareja ni hijos y con hermanos que no se hacen cargo de él.
Necesita medicación, que no se administra como debiera, y aún no se ha vacunado. Vive solo y en su municipio los vecinos le conocen.
Es un hombre de complexión delgada que casi todos los días sale al campo a caminar, muchas veces hasta diez kilómetros.
Durante su comparecencia ante los agentes de las fuerzas de seguridad se ha mostrado asustado y ha pedido perdón.
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