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Un videojuego de carne y hueso

Un grupo de ilicitanos forma el primer equipo profesional en España de Airsoft

Un videojuego de carne y huesoDIEGO FOTÓGRAFOS

­El Airsoft, es un hobby conocido como «el hermano mayor del paintball», sus seguidores crecen día a día y ya son más de 17.000 los adeptos en toda España. Esta actividad simula combates reales con réplicas exactas de armas de fuego. El objetivo es plasmar con la máxima exactitud posible, una batalla o una estrategia militar. Elche, una de las cunas de este juego, es parte importante en su actividad, con un equipo que se ha convertido en el primero a nivel nacional que es esponsorizado, convertiéndose en pionero como equipo profesional. Dicho patrocinio ha llegado por Airsoft La Mancha, la red de tiendas destinada a este deporte más grande del país.

Este grupo que, compite en la modalidad pro, la más dura de las que se disputan, no ha perdido en cinco años, haciendo de dos a tres partidas semanales por todo el territorio español. En su trayectoria han vencido a más de 100 contrincantes, ganando incluso a militares reales.

«Spartans» es el equipo ilicitano que se ha convertido en el primero del país en cobrar por hacer lo que más les gusta. Este grupo de 11 personas, cuyos nicks (nombres de guerra) son: Helm, Nanol, Pequeño, Cello, Melenas, Gila, Mini Gila, Txakal, Cali, Espartero y Punisher, más Fran que ha abandonado recientemente el equipo, no sólo se dedica a participar en esta práctica como diversión. La organización de escaramuzas por toda España, para empresas, la simulación de secuestros/rescates en bodas o cumpleaños, hacer escenas para cine o servir de reclamo a tiendas dedicadas a la venta de vídeojuegos, son muchas de sus fórmulas de financiación. Así, pueden disponer de más material propio, de elementos para hacer más reales las batallas o poder organizar nuevas contiendas

Lejos de ser una afición agresiva, todos los jugadores coinciden en lo mismo, el compañerismo del juego se convierte en amistad fuera de él y lejos de crear conflictos, hay muy buen ambiente y provoca en sus partidarios unas ganas irremediables de repetir la experiencia. Ganar o perder siempre dependerá de que el conjunto, sepa trabajar unido. José Antonio Candela, jefe de equipo de «Spartans», declaraba que «el compañerismo del Airsoft es bastante gratificante. Tu integración en el juego, que para nosotros es un deporte de riesgo, depende del resto de miembros, por lo que la unión entre nosotros es muy grande. Lo bueno de este deporte es que no distingue de edades, de sexo, ni de estatus social».

Sobre la modalidad en la que ellos participan, la más estricta y dura, comentaba que, «el resultado tiene que ser lo más parecido a la realidad, por eso en esta categoría sólo están los más fuertes físicamente. Ya no sólo en la disciplina pro, no hay límite de munición ni de potencia (las armas tienen distintos niveles de fuerza en sus disparos, siempre en el marco de la legalidad), el equipamiento que llevamos pesa unos 25 kilos y hemos llegado a estar 11 horas sin dejar de disparar». A lo que añadía, «cuando conoces el Airsoft, empiezas a decirlo a la gente de tu confianza y el boca a boca hace crecer rápido el grupo, de fuera parece una cosa y de dentro otra. No hay nada como vivir la experiencia para conocer el deporte. Ahora sólo falta unificar criterios, que están muy divididos entre las distintas asociaciones, algo que aún costará, pero ya se ha puesto la primera piedra para su reconocimiento y reglamentación»

A pesar de su apariencia, este juego de guerra, al que los usuarios lo describen como deporte de riesgo, no fomenta la violencia, sino que se sostiene en la colaboración del equipo y son ya muchas las empresas que lo practican como relajación y para eliminar el estrés. No hay ningún tipo de distinción de género, a partir de 13 años se puede competir (con permiso de los padres o tutores) y hasta que el estado físico ponga el límite, ya que no hay un tope de edad.

Una práctica que se extiende día a día

Sólo en la provincia de Alicante, de 40 a 50 equipos practican Airsoft de forma habitual. Este juego para unos, deporte para otros, está basado en la estrategia, simulando operaciones militares. Para ello se utilizan réplicas de armas reales, pero no son peligrosas. Aunque disparan proyectiles (pequeñas bolas de pvc), su impacto, perceptible, no causa apenas dolor, pero sí puede dejar pequeñas marcas en el cuerpo, sobre todo si la zona no está bien protegida.

Los participantes, organizan sus combates en lugares que imiten escenarios de guerra que, a su vez, acondicionan con trincheras, bunkers, falsas minas, falsos explosivos o supuesto líquido inflamable. Cualquier atrezzo es bueno con el fin de conseguir el mayor parecido con la realidad.

A menudo se consigue el realismo absoluto, apenas diferenciando en una fotografía ficción de realidad. Directivos, mecánicos, médicos, pintores...Son algunos de los oficios de los participantes. Asiduos a un juego que no lo parece y que sus partidarios, quieren que sea un deporte. El estatus social no existe en la guerra. En la contienda no hay distinción, porque otra de las peculiaridades del Airsoft es que, a diferencia de la realidad, no existen los rangos.

Las armas, logicamente no son reales, pero se asemejan mucho a ellas. Disparan bolas de pvc y hay distintos tamaños de munición, dependiendo del tamaño del arma y del rol que ejecute el jugador. Catalogadas de categoría 4, son legales, pero se tienen que adquirir o «in situ» o por mensajería, ya que por correo está prohibido.

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