Paul Celan insistía en la naturaleza dialógica del poema (y por extensión, del arte), afirmando que el poema siempre está viniendo, siempre rumbo hacia algo. «¿Hacia qué?» -se pregunta. «Hacia algo abierto, ocupable, fértil». Ante nosotros vemos, sobre la cuenca seca del río, la humanidad en pleno proceso de disolución. En una danza titubeante y retorcida, su cuerpo está acogiendo la naturaleza misma, en su condición catastrófica; desdibujando su contorno, metamorforseando sus formas, deviniendo paisaje. CRISÁLIDA explora la relación entre la naturaleza y el ser humano, y la eterna pregunta (occidental) de la naturaleza de este. Queríamos repetir la pregunta de qué es el ser humano para encontrar no la esencia fija y olvidada de la humanidad, sino alguna forma (humana) de esperanza en medio de las cenizas.