Querida pintora: Nada me gustaría más que una vida libre y en tu compañía, pero tú puedes
contribuir a que el mundo conozca la voz de aquellos que han caído silenciados por los disparos. No tenemos derecho a hundirnos y patalear como niños ante las dificultades.
No seremos los primeros ni los únicos en dejarnos la vida en el camino, y yo no quiero
arrepentirme en el futuro de no haberlo intentado. Es mejor estar listos por lo que pueda
venir a partir ahora, en mi caso, en este sucio refugio de provincias.
Eres cálida y suave, pero con la fuerza de las olas. Ojalá que algún día seamos conscientes
de que nosotros somos más y mejores. Ojalá, algún día...
Gracias a ti, mi pintora ilicitana.