En lo simple está muchas veces el mayor acierto. No hacen falta muchos ingredientes para hacer un plato redondo. Y es que, al final, lo más importante es que sean de calidad. Ejemplos no hay muchos, pero no hay que darle muchas vueltas a la cabeza para encontrar una opción al alcance hasta de los más torpes frente a los fogones y que gusta a grandes y pequeños: el sándwich mixto.

Variedades hay muchas, pero para que se considere como sándwich mixto debe cumplir una serie de premisas: pan de molde, mantequilla, jamón cocido y queso para fundir. A partir de ahí, manda el ingenio, tanto en complementos como en forma de elaboración. En una sartén, una plancha, una sandwichera... Todas son válidas siempre que el queso quede en su punto.

Parece que su origen se remonta a la Inglaterra del siglo XVIII, pero la fórmula original ha ido cambiando con el paso de los años. Tanto que en Barcelona ahora se llama 'bikini'. Pero la esencia perdura y se celebra cada año el 12 de abril, una fecha que es oficialmente el Día Mundial del Sándwich Mixto.

Y como cualquier excusa es buena, no hay mejor forma de celebrarlo que comiendo una buena ración de este manjar. No necesita guarnición, aunque los más glotones siempre lo pueden acompañar de unas patatas fritas (o una ensalada si quieres rebajar el número de calorías). Para los que se suban al carro dejamos una receta del clásico y otras tres innovadoras e igual de buenas.

El clásico

Un sándwich mixto. Shutterstock

La fórmula no puede ser más sencilla: jamón cocido y queso entre los panes (con o sin corteza, al gusto) untados en mantequilla y a la sartén hasta que el queso (los mejores para esto son gouda, emmental y gruyère) se funda y el pan adquiera ese característico y apetecible tono tostado.

De 'pulled pork'

Sándwich de 'pulled pork'. Shutterstock

¿Y si sustituimos el jamón york por otra proteína? Puede ser un buen jamón ibérico o una fina mortadela italiana, pero hay otras opciones un poco más elaboradas y muy resultonas. En este último grupo está elaborar un sándwich mixto con 'pulled pork'. Aunque se puede hacer en casa, no es difícil de encontrar ya preparado en carnicerías y grandes superficies. Para hacer el sándwich mixto solo hay que emplearlo en lugar del jamón (previamente calentado en sartén)... ¡ y listo!

Extra de queso

Sándwich de tres quesos. Shutterstock

¿Qué hay mejor que un buen queso? Tres buenos quesos. Si al gouda, emmental y gruyère (el que se fundirá y con el que se lograrán los clásicos y apetecibles hilillos de queso) sumamos otros complementarios que den un extra de sabor el resultado es inmejorable. Opciones hay muchas, y van al gusto del consumidor: se puede optar por un queso curado, uno azul, otro más suave como la mozzarella... Para rebajar la potencia de sabor puede ser buena idea incluir unos tomates cherry. Y con un poco de orégano puede que nuestro sándwich mixto incluso recuerde a una pizza.

Versión gourmet

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Trufa negra. Shutterstock

Hay muchos añadidos que se pueden emplear en un sándwich mixto para llevar este particular bocadillo a otro nivel. Jamón ibérico de bellota, salmón ahumado, caviar... Y nuestra opción favorita, unas láminas de trufa negra, que combina a la perfección y equilibra los sabores en su justa medida. Eso sí, hay que tener mucho cuidado para no pasarse.