E so de «poblachón de La Mancha, lleno de subsecretarios», fue una ocurrencia de un escritor chistoso para definir a Madrid, que celebra hoy su fiesta autonómica, pero Madrid, en La Mancha y con subsecretarios, ha sido y es, sobre todo, un lugar de acogida y de encuentro. Y en la medida en que nuestro país se ha ido descentralizando, Madrid se ha ido normalizando en la percepción de los ciudadanos españoles de otros lugares. Hoy, resistiéndose a los arrebatos de paletismo con que la denigran algunos aldeanos, Madrid es una gran urbe europea, que sólo ciertos políticos del nacionalismo español más rancio se empeñan en enfrentar a otros pueblos y ciudades de la España plural. Y cuanto más plural se muestre esta nación de naciones, más se entenderá la necesidad del papel de Madrid como espacio para encontrarse. La capitalidad de España es para Madrid, más que un privilegio, en una autonomía y una ciudad donde el orgullo patrio no pasa de un casticismo de barrio, una carga y una responsabilidad. Pero la referencia simplona al centralismo ha tenido el nombre de Madrid, y ahora, al recordar los 70 años de la masacre de Guernica, me vino a la memoria la ocasión en que un botarate vasco como Xavier Arzalluz , molesto porque no se accediera a trasladar a Vizcaya el simbólico cuadro de Picasso, dijera que para Euskadi eran las bombas y para Madrid los cuadros. Todos los expertos coincidían y coinciden en que no es aconsejable el movimiento de la obra, pero nada me hubiera gustado más que poder ver el Guernica en la población cruelmente bombardeada que lo inspiró. Las palabras de Arzalluz no sólo eran injustas y un ejercicio de mala fe, sino que contenían un despropósito desmemoriado, ya que no ignorante. Guernica, la mártir, como la llamó Indalecio Prieto , es un símbolo de la barbarie, sin duda, pero Madrid sufrió constantes bombardeos salvajes durante aquella salvaje guerra. Y cuando Arzalluz decía Madrid, quería decir España, sin distinguir entre la España que sufrió las bombas y la España que las puso. Y ahora, cuando creíamos que Arzalluz era un fantasma superado del pasado, ha venido Ibarretxe a recordárnoslo solicitando que el pueblo español pida en Guernica perdón. ¿Qué pueblo, el de los españoles vencidos que fueron masacrados por el dictador y sus secuaces El lehendakari, que acababa de pedir perdón con retraso por las bombas de ETA, que en la España democrática ha alcanzado también y especialmente a inocentes madrileños, fue incapaz de distinguir entre los españoles verdugos y los españoles víctimas. Cayó en lo mismo que quienes ahora intentan vincular con ETA a algunas de sus víctimas más cercanas. Arzalluz ni se acordó de las bombas de ETA que han caído sobre Madrid, mártir ayer y hoy.