El especial que este diario dedicó ayer al mejor equipo deportivo de la capital me recordó que, hasta hace unos años, mi antigua afición al balonmano estaba prácticamente aletargada. Desde las viejas gestas del Calpisa, el "haninf." ya no era lo que fue por estas tierras. Sin embargo, la proliferación de equipos femeninos en nuestro entorno me despertó cierta curiosidad y me llevó a descubrir un fenómeno francamente interesante: el hecho nada común de que varios conjuntos deportivos de esta provincia militaran en la División de Honor. Ahí estaban el Orsan Elda Prestigio, el Elche Mustang o el C.B. Mar Alicante.

Mi debilidad -compréndanlo- se desvió también hace unos años hacia este último club por fundadas razones. Un amigo me animó a presenciar un partido del Mar Alicante, me presentó a aquella familia ejemplar, bien avenida y bienaventurada que formaban jugadoras, técnicos, directiva y afición y, la verdad, me quedé un poco con ellos o no me fui del todo. Después me ilustré sobre el origen de un equipo relativamente joven que provenía de una experiencia vivida a principios de los años noventa al unirse diversos colegios de la capital alicantina para formar lo que entonces se denominó el C.B. Unión Alicantina, conjunto entrenado por Salvador Crespo. Aquel equipo femenino fue el germen del club que en 1996 tomó la denominación de C.B. Mar Alicante.

Ese mismo año, el conjunto alicantino debutaba en la Primera División Nacional gracias al apoyo de organismos oficiales y diversas entidades públicas. En esa primera temporada 1996-97 el Mar consiguió, contra todo pronóstico, la clasificación para la fase de ascenso y el milagro de proclamarse Campeón de España y alcanzar la División de Honor tras su victoria en Porriño.

El ejercicio siguiente sirvió para confirmar la grandeza de un equipo modesto consolidándose en la máxima categoría del balonmano femenino nacional y manteniéndose firme en ilusiones. La prueba es que en la temporada 1998-99, el conjunto alicantino pudo contar, como director técnico, con el legendario Pitiu Rochel, a pesar de que razones personales le impidieran prolongar su labor por mucho tiempo. Fue la época en que Juan Antonio Martínez tomó las riendas del club como entrenador y el ejercicio deportivo en el que el Mar jugó por vez primera la Copa de la Reina, esta vez en L'Eliana (Valencia);, quedándose a las puertas de disputar el campeonato europeo.

Tras una temporada digna de olvidar (se descendió en el ciclo 1999-2000);, en la liga 2000-01 el equipo demostró ser el mejor del país en su categoría cosechando un pleno de victorias y un solo empate. En la fase de ascenso las alicantinas no defraudaron ni a su aficionados ni a su ciudad; fueron implacables; no perdieron un solo choque y regresaron con pie firme a la División de Honor femenina.

Pese a todo, el equipo pasó por momentos difíciles los primeros años de siglo y de milenio. Probó éxitos y fracasos y en la temporada 2002-03 tuve el placer de sumarme, como ya he señalado, a la gran familia del Mar. Entonces escribí en un diario nacional, para calmar rumores, sobre la gran hazaña de un club aparentemente hundido que salía reforzado de una dura crisis. Dije, sin ir más lejos, que el C.B. Mar Alicante acababa de emerger del pozo gracias a una oportuna jugada municipal que había logrado meter en el saco de los salvadores a empresas como Alicante Urbana y crear una directiva altruista y soñadora capitaneada en aquellos días por Toni Navarro, Pedro Boj, Miguel A. Sala, Francisco Dumont, Sebastián Baró, Emilio J. Merlo, Rafa Ruiz y Sergio González. Lo que aquellos santos varones se encontraron fue un equipo sin estructura para la categoría, sin cantera, sin sede ni medios, sin entrenador y, lo que es peor, sin jugadoras, ya que a esas alturas de la temporada el mercado estaba agotado. Al primer partido en Lanzarote se llegó con quince mujeres procedentes de aquí y de allá y se mantuvo el tipo pese a perder los ocho primeros encuentros. Cualquiera hubiera arrojado la toalla en tales circunstancias, pero algo así como un sentimiento de coraje, orgullo, templanza, generosidad y camaradería hizo su efecto y propició ocho victorias que allá por el mes de abril les aseguraba la permanencia en la mejor liga del mundo.

El factor que entonces, como ahora (cinco años después);, resultó determinante, era el de siempre: ilusión. Y eso es lo que respiré aquellos días de 2003 al conocer a aquel cuerpo técnico con Sergio González a la cabeza y a aquel equipo inolvidable formado por Michela, Majo, Jessica, Aitana, Lydia, Miky, Helene, Neus, Marisa, Inma, Suny, Joaqui, Ana, Pepi, Sonia, Jaiza y Asmussen.

Comprendí ese año que el Mar Alicante era un conjunto cimentado en lo imposible; y así lo entendí también la temporada 2003-04, a pesar de las bajas de grandes jugadoras del club como Lydia Montes, Juaqui, Majo, y de la incorporación de jugadoras del renombre de Andrea Tackas, Alesia Kurchankova, Margarita Davidoskia, Rosa Parreño, etc... La prueba es que se logró una nueva clasificación para la XXV edición de la Copa de La Reina, cayendo en los cuartos contra un intratable Ferrobús que más tarde conseguiría el título de la competición. En aquella histórica liga se alcanzó el séptimo puesto con 30 puntos, siendo ésta la cifra más alta conseguida hasta aquel momento por el club en la División de Honor.

Por esas fechas constituyó un hito para el club la apuesta por el balonmano base, creando doce equipos e involucrando en un sólido proyecto de futuro a más de 120 niñas y niños de edades comprendidas entre los 6 y los 14 años. Se inició asimismo un proyecto piloto a nivel nacional con 32 jugadoras y jugadores en edad prebenjamín dirigido por Gonzalo Reinante que marcó, sin duda, un valioso precedente en la formación y desarrollo del balonmano.

En la temporada 2004-05 bajo la dirección de Sergio González y con jugadoras tan decisivas como Mayte Andreu, Aida Selmanovic, Annuska, Veronique Demoniere, se logró un honroso séptimo lugar y se alcanzaron las semifinales en la Copa de la Reina.

Fue en la temporada 2005-06 cuando el club cambió la dirección técnica pasando a manos de Santiago Brian Barrios; también hubo renovación en la plantilla, apostando claramente por la juventud. Pese a la modestia de la que ha hecho siempre gala el equipo alicantino, se logró un prometedor sexto puesto en liga, entrando en la Copa de la Reina por tercera vez consecutiva.

Durante la temporada 2006-07 el Mar celebró su X Aniversario. Estrenó himno y sede. Con la dirección técnica de Santiago Brian se volvió a lograr la clasificación para disputar la Copa de la Reina y se cosechó un noveno puesto al concluir el ejercicio deportivo.

Doce años después de su creación como club, cinco desde que Toni Navarro, su presidente, me incluyera en su feliz familia deportiva, el C.B. Alicante es el único equipo de la capital que milita en la División de Honor. Dentro de unos días jugará una nueva edición de la Copa de la Reina en la que deseamos que se produzca el milagro. Pero el milagro ya está aquí, desde que empezó la nueva temporada y los miembros de la directiva dieron cuerda a la ilusión y sacaron de la chistera un equipo nuevo, joven y competitivo. Son los magos de siempre: Toni Navarro Blasco, Sebastián Baró, Antonio Nieto, Jaime Candela, Emilio Vicente Juan de Merlo, Rafael Ruiz, Francisco Pérez Villodre, Pilar Gutiérrez, Manuel Sánchez, José Cerdán, Germán Antón, Emilio Juan, Gonzalo Reinante y Alejandro Rico. El resto lo ponen ellas cada partido y cada sueño que disputan con los colores de la ciudad: Zulema González, Silvia Ederra, María Luján, María Núñez Nistal, Sissel, Tiddara Trojalola, Cristina Luján, Dina Havic, Laura Ortuño, Adriana Do Nacimiento, María Muñoz, Nuria Corbí, Llanos Trigueros, Carmen Martín y Gemma Luján.