Por la senda de la incongruencia

En primer lugar, sorprende que un debate entre concejales sobre un tema municipal, se celebre en un hotel y no en el salón de plenos del Ayuntamiento, que es su escenario natural y casi obligatorio. A este paso, pronto veremos a nuestros munícipes discutiendo los presupuestos en un bar, ante unas cañas y un plato de callos. El salón plenario de la Casa Consistorial quedará reservado para bodas y visitas escolares.

En segundo lugar, conviene dejar claro que los dos sufridos representantes de los partidos de la oposición acuden al debate en bragas. Haciendo gala de su tradicional "fairplay", el gobierno del PP se ha negado a entregarles la documentación del hotel. El edil popular Fernando Pastor tendrá no un as en la manga, sino todo el catálogo de barajas de Heraclio Fournier.

Finalmente, es inevitable referirse a la exclusión de Bloc. La tercera fuerza política de la ciudad se queda fuera de este acto, por razones que todavía no se han explicado. La decisión, que ha indignado a los nacionalistas, parece responder sólo a motivos tácticos; o lo que es lo mismo, a la voluntad del PP de reducir al máximo el número de interlocutores críticos en la mesa.

Queda claro, que nos hallamos ante el debate más mal montado y más amañado que ha conocido esta ciudad en los últimos tiempos. Por seguir en los terrenos del despropósito, hay que señalar que los partidos de la oposición (PSOE y L'Entesa) son absolutamente conscientes de que van a una encerrona. Sin embargo, no pueden negarse a ir la cita, por que de inmediato caerían sobre ellos las críticas del PP, que les acusaría de cobardía política.

Con estos tristísimos mimbres, resulta muy difícil esperar algo importante y sustancial de un acto, que ya nace viciado desde un principio.