El textil inteligente de la química cristiana sigue la tendencia de fabricar armaduras ligeras impenetrables, casi invisibles y transpirables, pero el textil y la química del terrorismo yihadista van por la línea de coser un explosivo a unos calzoncillos y hacerlos estallar en vuelo.

Occidente se siente seguro en todas sus líneas de investigación armamentística pero vulnerable en todas sus líneas de transporte y, sobre todo, en las líneas aéreas por lo que todo avión tiene de proyectil. Acabaremos volando desnudos en favor de la total seguridad, que prima por encima de los demás derechos (Primero la vida).

No se acaba de ver alicientes al vuelo desnudo: ni disponemos de imágenes potentes ni de fantasías recurrentes que avalen el nudismo a diez kilómetros de altura. En un avión no hay contacto con la naturaleza y eso no invita al naturismo pero el ambiente de la cabina tampoco pone a los partidarios de lo artificial y lo tecnológico y mira que algunos llevan años deseando casarse con un robot. Hay mil imágenes de barcos llenos de nudistas y ni una de aviones (porno con fantasía de azafatas, aparte).

Para volar a Estados Unidos acabará imponiéndose el desnudo integral por escáner corporal. Esa máquina tiene una mirada que se da en humanos en entornos de alerta y estados de vigilia sexual (una discoteca, un celo, un largo periodo de abstinencia...). Es cuando se dice que se desnuda a alguien con los ojos. El inconveniente del escáner es que proyecta una imagen al exterior.

El escáner es una solución temporal, un paso intermedio. En nombre de la seguridad el futuro es el cáncer por exceso de radiación. Sólo los rayos X detectan lo que se pueda llevar en los orificios corporales, último refugio del explosivo en vuelo. El final de esta carrera en nombre de la seguridad en los aviones será la feminización del terrorismo yihadista para duplicar la capacidad de transporte.