Tan previsibles como irritantes, los dos principales partidos se enfrascan en un rutinario cruce de acusaciones cada vez que las estadísticas oficiales golpean con aumentos mensuales del desempleo. "Zapatero es el líder del paro", denunció el popular Montoro a comienzos de semana. "Camps es el líder del paro", replicó el socialista Alarte minutos después. Incapaces de arrinconar sus rencillas y cálculos electoralistas para remar juntos ante un grave problema de Estado, PSOE y PP se intercambian ataques mientras el desempleo roza ya el 25% de la población activa y el contribuyente apechuga con nuevas subidas del combustible, la luz, el gas, el transporte público,... Es cierto que los socialistas valencianos han planteado al Consell una mesa conjunta para debatir posibles salidas a la recisión, pero el PP sigue a lo suyo y responde con una nueva convención el próximo sábado para atacar a Zapatero, esta vez con la financiación local. A la espera de que el vicepresidente económico desvele esta semana su plan estratégico para el futuro de la provincia, seguimos sin noticias sobre el necesario compromiso de ajuste y recorte del gasto de las administraciones. La multiplicación de empresas y cargos públicos, de prebendas y puestos de confianza, ha sido una constante en los últimos años, sobre todo por parte de la Generalitat, cuyo gasto en personal sextuplica sus inversiones reales, según la Sindicatura de Cuentas. Hoy, uno de cada cuatro empleados de la provincia depende ya del presupuesto de alguna institución de gobierno. En estos tiempos adversos para la creación de riqueza, es prioritario impedir su destrucción mediante el clientelismo de los poderes públicos; y antes de planificar economías sostenibles para un nuevo modelo productivo, es urgente acabar con el actual modelo improductivo que ellos mismos fomentan.