Dice el presidente del Gobierno que le resulta paradójico que los mercados financieros, a los que hubo que rescatar de la bancarrota tirando de dinero público, castiguen ahora a los países que tienen un elevado déficit público por hacer lo que se les reclamaba para evitar la quiebra de importantes bancos y el consiguiente efecto dominó que amenazaba con devolvernos, en términos económicos, a la Edad Media. No le falta razón a Zapatero en el planteamiento aunque se le podría reprochar a él y al resto de líderes mundiales de países desarrollados el haber desaprovechado el crack para habernos dotado de otras reglas del juego que evitaran precisamente que los responsables de nuestro endeudamiento tengan ahora la desfachatez de echarnos en cara que debamos la pasta que debemos. Salvando las distancias, pueden establecerse paralelismos con las reformas que se quieren introducir en España en el mercado laboral y en el sistema de pensiones. Me explico. Ahora que la mayoría de las familias estamos jo... fastidiadas por el paro, la hipoteca y otras deudas, se nos pide que demos más facilidades para que nos despidan, como si los cuatro millones de parados fueran pocos y el tiempo en que hemos llegado a esa cifra no fuese ya de guinness con la actual regulación. Y se nos dice que tenemos que trabajar más años como si no fuera ya de por sí un mérito tal y como está el patio llegar a los 65 con un empleo y habiendo cotizado todos los años necesarios para que te quede una pensión... para seguir comiendo. Resulta muy llamativo, siguiendo el hilo argumental de Zapatero, que se pongan estas cuestiones sobre la mesa sólo en tiempo de vacas flacas y que nadie hable de repartir los beneficios cuando, no hace tanto tiempo, las ganancias de muchas empresas y bancos rozaban la indecencia. Aunque tildarlo en este caso sólo de paradoja es demasiado benevolente.