La revista Musical española es un género teatral fastuoso, desaparecido hoy de los escenarios, que combinaba música, baile y canción, enlazados por un hilo argumental. Una excusa, muchas veces, para que se sucedieran una serie de escenas en las que la vedette, joven de cuerpo escultural, que no necesitaba saber cantar ni bailar, pero sí moverse, se exhibiera mientas un cómico provocaba la hilaridad en el público.

Alicante ha sido cuna de artistas, y nuestra ciudad contribuyó con importantes figuras a la revista y las variedades: de los cuatro ases de la revista alicantina dos salieron de Elche entre las décadas cincuenta y sesenta del pasado siglo.

De Alicante es Dorita Imperio, que en 1959 interpretaba en El Alcázar la obra de Muñoz Román, "Una jovencita de 800 años", y también Licia Calderón, que se presentó como genial y finísima canzonetista en un espectáculo de altas variedades en Elche, en 1954, y actuó en La Plaza de Toros llamándose Alicia. Fue una de las vedettes más dulces y elegantes del género, y excelente actriz de comedia y cine. En 1957 acompañaba a Celia Gámez, en "El Águila de Fuego", con el nombre de Lycia Calderón. El crítico teatral Alfredo Marqueríe la consideró una auténtica revelación y candidata al estrellato, joven y bonita. Entre las vicetiples debutaba Conchita Velasco.

En mayo de 1958, la gran compañía de revistas de Colsada presentaba, en el Gran Teatro, la revista "¡Mi padre! ¡Tu padre! ¡Su padre!" con la supervedette Finita Rufett, primera estrella con Lolita Rivero en el legendario Oasis de Zaragoza, por donde pasaron las figuras Maruja Tomás, Trudi Bora y Carmen de Lirio.

Finita Rufett anduvo durante nueve años en las compañías más nombradas y ya en los setenta, desligada de Colsada, encontró un buen negocio como empresaria en los espectáculos musicales arrevistados, formando compañía con su marido, Pepe Mairena. Finita Rufett, a la que se puede considerar ilicitana, falleció el pasado año.

También de la tierra de las palmeras es Pilarín Nogueras, que se hizo llamar Bebe Palmer y en los sesenta actuaba con el maestro Cabrera en la revista, ¡Oh... la dolce vita!, junto al actor cómico Quique Camoiras.

Su nombre artístico, aunque se le anunciara como la B.B. española, se atribuye a un poeta local por niña y en recuerdo al árbol más significativo de la ciudad.

Bebé Palmer, una de las vedettes con proyección nacional entre las nacidas en la provincia, aunque sin la importancia artística de las otras tres, fue provocadora en alguna ocasión por aquello de la publicidad o por necesidad y en 1976, actuando con Fernando Esteso en "¡Ay belloteroÉ bellotero!", declaraba al periodista Vidal Masanet que quería ser torera y que "durmiendo, de aquí a Lima, soy mejor que Sara Montiel", de la que afirmaba: "Me tiene tantos celos que prohíbe que actúe con ella" (INFORMACIÓN, 16-1-76).

Bastante más joven que Sara Montiel, desapareció del ámbito teatral mientras "Saritísima" ha continuado siendo noticia, superando en longevidad profesional a la gran Celia Gámez y partiendo corazones allá adonde va.

En los setenta el género daba sus últimos coletazos. Resistió con la modalidad de espectáculos que presentaba Lina Morgan y nada tenían que ver con lo que ella misma había mostrado con Colsada, que en 1956 le dio su oportunidad en la revista "Mujeres o Diosas".

La revista española, procedente de la zarzuela y del sainete lírico, se mantuvo en escena a pesar de que un sector de la crítica teatral lo denostara y consideraba un género lírico menor. Cambió modas y costumbres del público y le entretuvo hasta que, con el cese de la censura y la aparición del destape, en los años setenta, dejó de ser oferta en determinados aspectos de ocio.

El género de la revista tenía mucho de los espectáculos de variedades y éstas se presentaban, muchas veces, como variedades arrevistadas. Figura con proyección nacional, en este último apartado, fue la indiscutible Mary Lledó, que como las cuatro anteriores llenó nuestros teatros.