Desde hace días sigo con interés, pero también con cierta sorpresa y mucha decepción las diferentes informaciones publicadas en torno al legado del poeta Miguel Hernández, uno de los legados literarios más importantes de las letras españolas. Y contemplo con estupor cómo se utiliza al poeta como herramienta de una estrategia política determinada: la que ha utilizado el PP al identificar la cultura simplemente como gasto, e incluso como despilfarro, sin valorar parámetros como rentabilidad social o educativa. Pero, además, en este caso es absolutamente erróneo el criterio economicista utilizado por el PP, por cuanto estamos hablando de un legado literario no sólo rentable para la ciudad desde la óptica sociocultural y educativa, sino también desde el punto de vista económico. Y me explico, porque este asunto está lleno de malas interpretaciones, algunas fruto de la desinformación, y otras (las más) premeditadas porque han servido demagógicamente y con desvergüenza para tocar la sensibilidad del ciudadano en un momento especialmente duro por la crisis que atravesamos. En primer lugar se ha dicho hasta la saciedad que la permanencia del legado en Elche es un despilfarro económico, y que la ciudad no puede ni debe pagar los 3 millones de euros que se han de entregar a la familia del poeta. Falso. Es radicalmente falsa esta afirmación. Ni la familia tenía previsto recibir esa cantidad, ni estaba contemplado en el acuerdo firmado, ni el contribuyente ilicitano tendría semejante carga impositiva. Pero el PP lo ha repetido continuamente porque le ha venido muy bien para su campaña electoral sabiendo que muchas familias lo están pasando mal al no poder pagar sus hipotecas o por estar en el paro. Cojan ustedes la subvención mensual o anual que cualquier Ayuntamiento de España similar a Elche entregue a su entidad cultural o turística por excelencia, y proyéctenla en el tiempo multiplicándola por 20 o 30 años. Siempre obtendrán una cifra astronómica, pero eso no quiere decir que refleje la realidad del momento. En todo caso, es necesario decir bien claro que lo que se pactó con los herederos del poeta Miguel Hernández no fue entregarles 3 millones de euros, como bien le ha venido al PP decir para su estrategia política, ni tampoco ninguna cantidad económica por el alquiler de documentos (otra falsedad como la catedral de Burgos de grande). Se pactó el pago de 4.000 euros al mes como inversión para poder poner en explotación comercial y turística el legado del poeta, con lo que dicha inversión (que no alquiler) sería retornada con creces al Ayuntamiento al poner en marcha el museo del legado y una tienda de merchandising en el contexto de una ruta de turismo cultural conectada con el pueblo natal del poeta y su casa-museo. El modelo funciona en todas las fundaciones y casas-museo de escritores y artistas. Lo vi con mis propios ojos en Santiago de Chile con la Fundación Pablo Neruda, y la tienda que comercializa los objetos de souvenir, papelería y librería de Neruda financia los gastos de personal, luz, agua, teléfono y limpieza de las tres sedes de la fundación, como son la de Santiago capital, Isla Negra y Valparaíso. También funciona así la Casa-Museo de Federico García Lorca en Granada, el Museo de Paul Cezanne en Aix en Provence (Francia) o el Museo Van Gogh en Amsterdam, por citar los ejemplos que conozco personalmente. En conclusión, no hay tal alquiler, sino inversión productiva en el campo del turismo cultural, que sería retornable una vez puesto en marcha el proyecto cultural en su conjunto.

Por otro lado, el acuerdo pactado con los herederos, y ahora roto unilateralmente por el nuevo Ayuntamiento, implicaba el pago de 1.000 euros al mes para cada uno de los representantes de la familia como prestación por su trabajo en el seno de la nueva fundación que debía crearse. Y, a no ser que hayan cambiado las reglas del juego, y que a partir de ahora se pague o no se pague según quien sea el destinatario, es razonable que se compense económicamente a quien realiza un trabajo. Y la nueva fundación necesitaba de los herederos del poeta para promocionar el legado hernadiano en la tarea de captación de mecenas y patrocinadores privados, figuras que aparecen en todas las fundaciones artísticas y culturales aportando fondos a cambio de la promoción de su marca comercial. Estos patrocinadores privados harían que la nueva fundación fuera autofinanciable e incluso económicamente rentable con fondos suficientes como para llevar a cabo un programa cultural de interés. Resultado: a las arcas municipales muy posiblemente no le hubiera costado ni un euro la nueva fundación, ni tampoco el depósito del legado de Hernández. Al mismo tiempo habría sido la herramienta para convertir a la ciudad de Elche en el centro cultural de la provincia con dos Patrimonios de la Humanidad y un legado literario universal, hecho que, sin duda, serviría para catapultarnos como ciudad de prestigio (y no está de más recordar que las ciudades prestigiadas culturalmente y bien comunicadas tienen mucho más fácil captar inversiones de fuera que las que no lo son).

Sin embargo, y a pesar de haber tenido en la mano una oportunidad de desarrollo cultural (y económico) de este calibre, nos encontramos con la mezquindad de la política entendida únicamente como oportunidad para coger un sillón, sin un sentido de ciudad con perspectiva de futuro. Y tenemos que digerir titulares como "Alonso duda de que el legado hernandiano atraiga turismo cultural" (diario La Verdad, 16-10-10), o "El PP cuestiona que el legado de Miguel Hernández tenga un efecto cultural y turístico en Elche" (Información, 16-10-10). Sólo un apunte: el III Congreso Internacional sobre el poeta trajo a Elche a más de 200 congresistas de toda España y de varias universidades extranjeras; las 2.700 actividades culturales realizadas a lo largo del centenario por el comisariado nacional se llevaron a cabo, además de en toda España, en países como Chile, Argentina, México, Perú, Cuba, Filipinas, China, Ucrania, Rusia, Francia e Italia; a nivel local, las actividades implicaron a 50.000 personas, y tuvo una repercusión social superior a los 1.300 impactos mediáticos en televisiones, periódicos y emisoras de radio de toda España que pasearon el nombre de Elche por su relación con Miguel Hernández. Con todo esto en la mano, que alguien (si se atreve) le diga a los hoteles, restaurantes y comercios de Elche, y también a las imprentas, empresas gráficas, librerías y editoriales que el legado de Hernández no tiene importancia y que no merece la pena porque..., en definitiva es un gasto.

PD: (Solamente en asesores personales, la legislatura del PP nos va a costar a todos los ilicitanos 1,4 millones de euros en sueldos. Que no se engañe nadie, la renuncia al legado del poeta no tiene una causa económica, es un asunto puramente político).