Ha votado, usted, ya? Curiosas elecciones las de hoy. Unas elecciones generales son esencialmente políticas. Suelen tener un fuerte sesgo ideológico. Y para quienes no, para quienes se ufanan de votar racionalmente al programa más eficiente en cada momento, suelen suponer un notable ejercicio de reflexión. Habré de hacerme perdonar porque, francamente, me resulta muy difícil encontrar alguna de estas características en la urna de este domingo. He aquí la crónica de quien se entera mal de lo que pasa.

Hasta el de hoy, en todos los toques a rebato llamando a elecciones generales, el personal acudía a su colegio con la sana intención de orientar en algún sentido la gobernanza del reino. Lo de hoy huele a otra cosa. El elector lo está pasando mal. Y si ha decidido convertirse en votante, es para castigar a quien ha señalado como culpable de su sufrimiento. Al modo de las clásicas parábolas cinematográficas, los comportamientos en masa necesitan un linchamiento. Y un linchamiento se caracteriza por la ausencia de juicio. Y juicio, exactamente, es lo que parece faltar en estas elecciones. El electorado sufriente identificó a su culpable. Zapatero. Poco importa que no se presente como candidato. Poco importa, incluso, no saber exactamente qué hubo que hiciera realmente mal, que lo hubo. Poco importa que Rubalcaba haya hecho un alarde de dignidad por toda la geografía llamando a la reflexión. La pulsión del castigo desplazó a la conveniencia de la reflexión. Curioso, las encuestas han decidido premiar a Rajoy por ocultar su programa, por pedir fe y dificultar la razón. La ira desplazó a la política. Curioso, las encuestas han decidido castigar a Rubalcaba por haber participado en los recortes y premiar a Rajoy con quien, sin embargo, prevén un notable endurecimiento de esos mismos recortes. Y, más curioso aún, estando todos de acuerdo en culpar a los mercados, han machacado a Rubalcaba por comprometer plantarles cara y avalado a Rajoy por asegurar que cuenta con su confianza.

Eso por lo que respecta a los usuarios del voto. Por lo que respecta a sus inductores, los partidos, la cosa no resulta menos curiosa. Pareciera que el de hoy no fuera más que un trámite por el que pasar para llegar a la siguiente etapa en la que parecen estar realmente ocupados. Un engorroso trámite para llegar al lunes en que cada uno tiene muy identificados sus deberes. La derecha tiene el inaplazable reto de demostrar que es capaz de estructurar una hegemonía política en el país más allá de una puntual coyuntura. No lo ha conseguido hasta ahora en democracia. Sólo fue capaz de sostener un efímero gobierno en la II República y dos gobiernos de Aznar, en el primero de los cuales contó con el siempre cabal apoyo de los nacionalistas que le imprimieron un sello de realismo y cordura, para dar paso a un segundo mandato en el que, con mayoría absoluta, incurrió en los ancestrales excesos de la derecha española que le llevó a su rápida inmolación.

El PSOE, por su parte, tras haber dejado en las manos de Dios y de Elena Valenciano a su candidato en la campaña, anda pensando en una redefinición, refundación o regeneración. Resulta sorprendente que su secretario general -y jefe de gobierno de cuerpo presente- convoque a congreso del partido en vísperas del 20 N en una enésima, y esta vez postrera, travesura que considera las elecciones perdidas de antemano.

Y qué decirles si bajamos el zoom a entornos territoriales. Pienso en Fabra y le adivino el vértigo de la soledad en las alturas. Batiendo record sobre record. Recién llegado. Sin plazas que conquistar. Sin adversarios a quienes batir. Condenado a competir consigo mismo y con su partido. Debe recorrerle un cortante sudor frío. Y qué decir de Alarte. Cuál será su límite. Dónde habrá colocado su listón. Cómo afrontará la catarata de congresos que se le avecina cuando pase por el suyo. Y su partido. Va para dieciséis años en busca de autor.

Y más cerca todavía. En esta sufrida provincia. La gente de la llamada capital dice que Alicante marca tendencia. El PSOE marcó desde esa ciudad la tendencia de perder. Y lo hizo muy bien. Con indiscutido virtuosismo. Por ahí parece difícil que pueda alcanzar mayores metas. Cabe pensar si será capaz de marcarse alguna otra.

Por lo que respecta al PP, tiene serias cuentas pendientes. Lógicamente, cuentas consigo mismo. Por ejemplo, el liderazgo provincial. Tomen nota, me cuentan que la sin par alcaldesa de Elche, Mercedes Alonso, a la vista del empantanamiento judicial de Sonia Castedo, aspira a la jefatura provincial del partido. Curioso una vez más, quien ha sido hasta hoy incapaz de articular al partido en su ciudad y hacer salir su dirección de una agraviante gestora que ya dura más de una década, postulándose para gobernar el ingobernable PP de la provincia. Pues, no lo descarten.

En esas estamos. Como gente de futuro, en los problemas de mañana. Yo, si no le parece mal, incluso si sufre de la misma incapacidad para la comprensión que yo, le diría que hoy domingoÉ a pesar de todo, toca votar. ¿Ha votado, usted, ya?.