Mientras en nuestra piel de toro parece la jerarquía católica únicamente obsesionada en negar el derecho de las mujeres al aborto o los matrimonios homosexuales, un cardenal alemán se fija en otras cosas que considera mucho más importantes. Se niega, por ejemplo, a aceptar sin protestas el rumbo que ha tomado el nuevo capitalismo y reivindica con fuerza lo que parecen olvidar otros: la doctrina social de la Iglesia.

Haciendo honor a su apellido, Reinhard Marx, arzobispo de Múnich, a quien su compatriota, el actual Papa Benedicto XVI nombró en 2010 cardenal, ha querido aprovechar el congreso de los católicos alemanes en Mannheim para recordarles a empresarios y gestores unas cuantas viejas verdades. "El verdadero cristianismo consiste en hacerse responsable de una empresa, de una familia, de lo que uno hace", ha dicho el cardenal, crítico implacable de la avaricia de muchos dirigentes actuales.

Marx no quiere tranquilizar las conciencias de quienes, proclamándose católicos, se dedican a prácticas incompatibles con el Evangelio: "Hay que dejarles claro a banqueros y directivos empresariales que cuando se presenten a las puertas del cielo y digan: Carezco de antecedentes penales y tengo derecho a entrar, se les responderá: No es suficiente".

El cardenal reclama la regulación de los mercados en un mundo cada vez más globalizado y critica además que se aproveche la globalización para imponer en Europa y el conjunto de Occidente estándares laborales como los que son habituales en China.

Según el arzobispo de Múnich, en ningún caso debemos tomar como modelo al gigante asiático. "Nuestro objetivo no puede ser ése (É) La economía de mercado presupone una moral". Y "hay que hacer más para que nuestras ideas de la dignidad humana se impongan también en las relaciones laborales, en las prácticas comerciales y en el marco del G-20", sostiene Marx.

El cardenal alemán es también ferviente partidario de un salario mínimo a la vez que critica las enormes diferencias de ingresos entre los directivos de bancos y empresas y sus trabajadores. Si el mercado no resuelve por sí solo el problema, el Estado debe intervenir para aumentar los impuestos a quienes más ganan, señala.

Como presidente que es además de la Comisión de Conferencias Episcopales de la Unión Europea, Reinhard Marx es un convencido europeísta y como tal hizo en el congreso de Mannheim un vivo llamamiento a todos los países para que se comprometan solidariamente con la "idea de Europa".

"Europa es una comunidad de destino y nos interesa a todos que se creen en el sur de Europa puestos de trabajo para los jóvenes", dijo el arzobispo de Múnich, quien advirtió asimismo del peligro de "recaer en egoísmos y nacionalismos". ¡Que aprendan otros aquí de sus palabras!