TVE celebró sus bodas de oro el año 2006. La criatura había llegado a nuestro país en 1956 y en esa fecha cumplía sus primeros cincuenta años de vida. Al calor de la fecha, el centro de producción de Sant Cugat del Vallés se empleó a fondo, que no el de Prado del Rey, curiosamente, en uno de los proyectos más hermosos de cuantos se recuerdan en el documentalismo reciente. Manel Arranz coordinó a una serie de directores con pedigrí, de Bigas Luna a Isabel Coixet, pasando por Laura MañáManuel Huerga, para que buceasen en los amplísimos archivos de TVE y del No-Do en busca de tesoros, articulando sus entregas en torno a temas y con el único condicionante temporal: no debían sobrepasar los 28 minutos. Así, en 50 años de salieron reportajes de antología. La paradoja estuvo servida. Se trataba de piezas de autor, de culto, destinadas a La 2, pero acabaron siendo pasto del público de La 1. Y no sólo eso. Tuvieron su continuación. La serie tubo una segunda temporada, coproducida entre Madrid y Barcelona. Y cual gallina de los huevos de oro, siguió rindiendo, reposición tras reposición. Ahora mismo puede verse en un horario mucho más cómodo que cuando se estrenó. Si en su primer pase había que esperar a verla a las madrugadas, estos jueves veraniegos nos la encontramos en pleno "prime time". Y la verdad es que da gusto reencontrarse con cualquiera de las entregas. Envejecen muy bien. Podríamos decir que la historia de la televisión está más cerca de cumplir los 60 años que los 50, y la serie sigue tan fresca. Dinero no hay, pero no estaría de más pensar en el cumpleaños de La 2. En sus 50. Esos sí, a la vuelta de la esquina.