De la planta Cannabis sativa se extrae tanto la marihuana, como el hachís entre otras variantes. Se trata de la sustancia ilegal más consumida en el planeta, y su uso ha sido discutido hasta la saciedad en mil debates. Los defensores de su legalización hablan de aplicaciones terapéuticas y también hay quien piensa que sus efectos permiten abrir ciertas partes de la conciencia.

Sin embargo, directores de prestigiosos centros de tratamiento de adicciones de nuestra provincia nos cuentan que es precisamente entre los consumidores en rehabilitación de esta sustancia, donde se presentan las conductas más violentas, cambios bruscos de carácter, incluso, en algunos casos, alteraciones psicóticas.

El principio activo de esta droga es el THC, que se encuentra en diferentes cantidades según la forma final de la sustancia. Desde un 5% en la marihuana, hasta un 60% en el aceite de hachís.

El THC se acumula en los tejidos adiposos, por eso puede durar su presencia en el cuerpo varias semanas con un solo consumo. Sus efectos, a corto plazo, pueden generar desorientación, despersonalización, paranoia, incluso alucinaciones.

A largo plazo, los consumidores diarios tienen 5 veces más posibilidades de sufrir trastornos mentales como depresión y ansiedad. Además la mayoría de los estudios están de acuerdo en que el THC puede provocar enfermedades psicóticas, especialmente en ciertas personas, como se extrae de un estudio del Instituto de Psiquiatría del Colegio del Rey de Londres en Inglaterra, donde se concluye que los consumidores de marihuana con una variante particular en el gen AKT1 tienen el doble de probabilidades de desarrollar un trastorno psicótico y hasta siete veces más probabilidades si consumen cannabis diariamente. Apuntemos que la psicosis se caracteriza habitualmente por cambios acusados de la personalidad, una disminución de las funciones y un sentido distorsionado de la realidad.

En conclusión, y añadiendo otra visión a este largo debate, podemos decir que quizá esas sensaciones de apertura de conciencia estén relacionadas con las alteraciones que el uso del THC provoca. Lo cual puede ser en extremo grave si pensamos que es la adolescencia la edad en que generalmente se inicia su consumo, y precisamente éste es un período crítico para el surgimiento de trastornos graves como psicosis o esquizofrenias.

Además, como nos cuentan los educadores de campañas preventivas en institutos, la tesis de muchos consumidores jóvenes es que la marihuana es "algo natural", y que por ello no puede ser malo. Descuidando quizá, en esta argumentación, todos los venenos mortales que se encuentran en la naturaleza.