La poesía visual como uno de los muchos caminos del arte, impulsado por Joan Brossa en los años cincuenta, supuso un gran encuentro para la imagen fotográfica que buscaba el enfrentamiento directo, una manera de observar el mundo desde la ironía, la perspicacia, la inteligencia, la sutileza. En las fotografías de Chema Madoz, en la observación que realiza de la realidad vemos que establece una combinatoria de elementos en la que interviene algo más que un razonamiento lógico o ilógico, intervine la poesía. Una manera de contar historias y de establecer relaciones entre objetos donde su materialidad sustenta una visión de conjunto. Chema Madoz es uno de los fotógrafos españoles que más influencia ha ejercido fuera de nuestro país. Admirado no solo por conseguir una fotografía de una calidad máxima sino por mantenerse, con una firmeza poco común, en la exigencia del blanco y negro. Algo que sin duda está muy justificado en la concepción de sus imágenes, pues si el color del material de los objetos o de la imagen en la realidad es significativo, su textura en el blanco y negro los lleva a establecer un diálogo textural, formal, geométrico. La elección del blanco y negro es una decisión impuesta por el rigor y la restricción de medios, resultado de una reflexión profunda sobre las materias y entidades del arte contemporáneo y sus posibilidades como proceso exigente a partir de lo mínimo. Chema Madoz sabe observar y encontrar la relación entre diferentes elementos de la realidad y en su combinatoria los dota de un significado que no tienen sin esa fusión. La fuerza de un objeto, de una cuchara que proyecta la sombra de un tenedor, es un juego que supera la idea del azar o del inconsciente. Su obra es producto del consciente en esa observación de la realidad, de los efectos que producen los objetos, de su dibujo y calidad. Juega con los ejes de la simetría, la proporción Áurea, con una mente muy estructurada que está buscando el consciente de esa realidad para ver cómo puede jugar con ella y plantearnos diferentes miradas. Una cuchara puede ser un ojo, el perfil de un rostro. Al sobredimensionar estos objetos se aprecian sus detalles, su volumen. Hay un encuentro profundo con la realidad a través de la imagen poética y de la ironía.

Tenemos pocas oportunidades de poder ver este tipo de obra en Alicante, por lo que debemos celebrar el esfuerzo de las Cigarreras por incluir en su programación autores clave de la fotografía española como Chema Madoz y, anteriormente, García Alix. Podemos seguir diferentes concepciones de la fotografía, que en ese registro documental nos plantea multitud de interrogantes sobre la metodología del autor, su comprensión e interpretación de la imagen, de la materia, de la forma, del realismo o surrealismo.