Este viernes, en el Casino de Alicante, compartiendo momentos con un buen amigo y periodista, Martín Sanz, que acaba de presentar un libro que recoge 62 miradas únicas, volcadas y «escupidas» con su habitual talento sobre páginas de periódico, compartiendo esa terraza que mira a nuestro Mediterráneo, volví a recordar esa frase antológica de una obra que, literariamente, es la mejor de los ejemplos de una España que hoy, más que nunca, se debate en el desfiladero de anacronismos tan sumamente paleolíticos como el nacionalismo exacerbado y los Molinos de Viento de un Quijote único, soñador, castellano, manchego para más inri (esto irrita a esos que no soportan la coexistencia como arma de cultura multirracial y vehículo de cientos de miles, millones de personas del mundo) y ante todo un caballero andante, de esos que en los que muchas veces nos vemos reflejados tantos y tantas de esta península y de este presente patrio. Así que, ni corta ni perezosa, uno de las invitadas ilustres volvió a lanzar la frase susodicha, «ladran, luego cabalgamos»€. Que pedazo de metáfora, que gran Cervantes, que pedazo de cita que un día mi padre me puso en un ramo de rosas rojas mientras me esperaba una de las etapas más duras pero más reconfortantes por lo personal y por la evolución que tuve que aprender, y ahora encantada desde la distancia que dan el tiempo y la vida. Sí, ladran, Sancho, luego cabalgamos€ como cabalga y seguirá cabalgando esa cultura que nos une, ese mar que es de todos, esta patria de la que tan orgullosa me siento, este Alicante que es fiel levante de una historia común, llena de verdades y también de futuro, con hechos históricos lamentables de los que también hay que avergonzarse, profundamente€, pero sobre todo una historia de romanos, celtas, iberos, árabes, invasiones que acabaron siempre con guerras pero también con reconciliaciones y mezclas, porque esta tierra nuestra fue y es una Encrucijada de Culturas, dixit un gran historiador. Un ejemplo de «meltingpot» que ya quisieran los vecinos americanos, tan ocupados últimamente en saber hasta de qué firma llevamos las bragas (con suerte, ese día de diseño). Y sobre todo, el fruto de una cultura mezclada hasta la extenuación, llena de rincones de sangre mestiza, judía, visigoda, árabe.. y a mucha honra como atesora el MARQ, para más señas. Así que hoy, que las portadas inundan la inquina de algunos, queda decir que esta España nuestra, «Camisa blanca de la esperanza», es mi España, nuestra España, y sobre todo como diría en una oda musical increíble, la del gran Smetana, es «Má Vlast». Mientras uno se deshace escuchando cómo alguien tuvo tanto talento para soñar música con la mente y hacer que dos siglos después se nos erice hasta el último de nuestros pelos cuando suenan los irrepetibles acordes que susurran en el corazón y construyen criterio€ Desde estas líneas, decir que el Estilo, ese, el de verdad, es así, se siente con el corazón, se plasma con el alma, se lleva en el espíritu, se viste con la dignidad, la lealtad, el valor o la decencia y que desde luego, nunca, nunca, nunca significa odio, miseria o envidia, sino Grandeza; esa grandeza que desde Gabriel Miró hasta nuestros tiempos hemos soñado con hacer nuestra, por bandera y patria común. Buen domingo de reconciliación, si nos dejan, claro€ Fuerza, Honor y Corazón, como nunca.