Como en el anuncio que nos sacaba los dientes en la tele cuando éramos pequeños, el de «Dentiflor», abrir la boca hasta el dolor, reír, sonreír, enseñar un guiño que se extiende hasta las «patas de gallo» (que se marcan a veces de buen rollo€) y duele luego en la garganta, pero de buena vibración (de buena onda, como dirían por el Mar de Plata...), pues lo dicho, lo de ser feliz se antoja últimamente difícil como la vida misma. Es cierto que la cosa está que arde, que los recibos de la luz, las cartas certificadas varias (lo de llegar a casa y ver el buzón, es todo un susto en sí mismo y un verdadero cuento de terror últimamente), las tasas persecutorias de todas las instituciones y todo lo que se puede imaginar y más (porque ya me estoy planteando lo de poner unas velas geniales a lo vampiro por toda la casa y evitar gastos «innecesarios» en luz y hasta volver a la nevera de hielos y sal como te apures€) son una cotidianeidad tan real que se te antoja dificilillo sonreír (al menos con toda la boca al descubierto, así como si nada€).

Es cierto que si encima vives en esta Comunidad el cabreo monumental que te pillas con el resto del país (porque sí, podremos decir muchas cositas pero no estamos ni por asomo tratados todos por igual en esta España nuestra, y a mí lo de ser catalán o vasco me va pareciendo más «molón» y al gobierno central parece que también...) es de órdago. Y encima encantados de que en este verano nos «invadan» con amor (encantados ¡eh! repito...) un millón de personas de esos otros sitios de España, incluso de los que cobran más por personita que «mosatros», y se plantan con ansia de playa, agua, sal, amor veraniego, arroz, gambas y buena noche.

Lo dicho, encantados, no vaya a ser que se nos vaya uno o incluso medio turista (vamos, no desdeñamos ni un cuarto de turista). Nooo, no es eso. ¡Todo lo contrario! ¡Que se lo gasten por aquí, por favor, así con suerte compensamos el déficit que no nos quieren dar desde hace siglos! Pero a lo que íbamos€ lo que realmente me preocupa es que la gente no sonría. Ayer sábado empecé con un recuerdo del viernes noche de las Habaneras (qué grande Eduardo Dolón, sí señor, tío estupendo ejerciendo día y noche por su tierra) y en la mente la elegante Carolina Casado, mientas en las Cigarreras se «transformaba» hasta la alcaldesa que, en el jurado, y con 500 personas en el paroxismo del buen rollo y el arte del transformismo (que es cultura aunque al carca de Torremolinos, ese alcalde del pleistoceno, se le antoje un insulto y un problema para los niños€ cuando el problema es su verdadera barbarie ancestral de opinión) alegró el cotarro con su presencia y aportó el punto de institucionalidad en este colectivo (años de marginación ya son suficientes para que salgan del armario otros que no han salido y dejen dentro las fobias, las borderías y el pleistoceno).

Y continuamos con una sesión paralela también de cine, ese cine que sigue proyectando el Festival de Elche (la semana pasada se me pasó felicitar a Alfaz, donde mi querido Joan Iborra sigue haciendo virguerías por la cultura, y bien apoyado por Toni Arques que sabe hacer las cosas); un festival que supera que toda la prensa se dedique solo a hablar de una señorita que al parecer solo sabe opinar cuando no le dan la razón (cuando subía a los altares del encumbramiento institucional la chica, fíjate, no veía nada mal, ni malo, ahora al parecer, como Lázaro, ha resucitado y hasta anda y veeee€). Pero lo mejor, y eso que este sábado lo puede disfrutar en la fiesta que Antonio Magraner hijo (empresario, emprendedor y amigo, sobre todo) dio en su casa de Alfaz, bella y radiante fiesta por su cumpleaños (un Leo como servidora, no podía ser otra cosa este Antonio nuestro...). Lo mejor, digo, ha sido salir por este Alicante de paseo con mochila peruana y étnica, mallas, botas moteras y tirantes de esos con cierto rollito (vamos, echa una hippy de «finde») y ver que la ciudad parece que se despierta. Esta Volvo es sin duda un motor, y las ganas de crecer, volver, reiniciar y salir, también.

Me quedo esta vez con tres nombres: Mery Croket (de todo y más que croquetas, que también, y gourmet para llevar a casa riquísimo...), Rc Granel (desde garbanzos a pasas, pasta, arroz, lentejas y cacao, todo al peso granel...) y Bijou Izel (el arte de reinventarse de una señora estupenda que tiene de todo, bueno, bonito y barato, en sortijas, bolsitos, cinturones€). Todo en la calle San Francisco. La recomiendo, como un bonito paseo de verano en la ciudad (cuando más bonita es porque está solo llena con los que nos gusta de verdad) , una visitilla al casco histórico, un toquecillo en San Nicolás ( huele a divino amor esta Catedral, llena de paz) y ganas de ¡sonreír! Que cada vez vamos necesitando menos amargados y más intentos de felicidad, aunque cueste€ Feliz domingo.