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Marc Llorente

Crítica teatral

Marc Llorente

Armonizada orquesta

Una boda respetable, de Bertol Brech. Versión y dirección: Rafa Hernández.

La aparente vacuidad de los personajes, el parloteo y la tendencia caricaturesca pueden resultarnos banales. El buen espectador ha de traspasar esa barrera y no instalarse ahí simplemente. Decimos esto porque Una boda respetable, más conocida como La boda de los pequeños burgueses, debe estimular la conciencia crítica del espectador y burlarse del ordena burgués de la sociedad. Son las constantes didácticas del influyente alemán Bertolt Brecht, autor, director y teórico en su época. Esta obra es de 1919 y no se utilizó la expresión «teatro épico», ya que lo hizo a partir de 1930. No fue invención suya aunque se le atribuye. Ahondó, eso sí, en el efecto de distanciamiento para exponer un teatro irrealista que refuerce la teatralidad con sus recursos textuales, interpretativos y escenográficos. Quiere decirse que Brecht, en términos generales, requiere una determinada estética a la hora de llevar sus textos al escenario, teniendo siempre en consideración su carácter político. Así, el grupo alicantino Epidauro, que creó Paco Pando en 1994 y el cual se encuentra en proceso de renovación, escenifica la pieza brechtiana con la idea de disfrutar principalmente. Y lo consigue. El público y los amigos de la compañía se dejan llevar por un reparto que se mueve con el frecuente talante del teatro amateur. Con insuficiencias y estridencias al mismo tiempo. Hemos de destacar, sobre todo, la eficacia de J. J. Ros, en el papel del novio, y el regreso a la arena teatral de Rafa Hernández dirigiendo los pasajes y elaborando esta versión que invita a acompañar a una pareja recién casada en el momento del peculiar banquete. Cervantes veía en el teatro un espejo de la realidad. Brecht también lo coloca para reflejar la farsa y la falsa respetabilidad burguesa en forma de fantoches robotizados con aparente solidez y fragilidad palpable. La boda perfecta desemboca en la «perfecta tormenta». La casa de los novios es una ruina y se deshace lentamente. Al ser una comedia coral es preciso que la orquesta de actores fluya y que esté bien armonizada. La batuta de Rafa Hernández superó esa necesidad el viernes en el ciclo de Alicante a Escena.

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