o me exijas lo que no me das es una máxima que cualquiera entiende y comparte. Por ejemplo, no me exijas respeto cuando no me lo tienes. ¡A cuántos ámbitos podríamos trasladar esta máxima que incumplen gobernantes y representantes públicos! Pongámonos el traje de un estudiante universitario cualquiera. Ahora mismo, los idiomas pueden convertirse en un auténtico periplo y las exigencias actuales implican además de tiempo, una inversión económica. Seguro que han oído el anuncio de -¡Papá, Mamá, tengo que sacarme el B1 de inglés!-, con la publicidad de la eficaz academia de turno. Porque, como todo el mundo sabe, ahora, para que un estudiante pueda obtener su Grado universitario debe acreditar un nivel B1 de un idioma extranjero. Si desean cursar el Máster de Docencia, el B1 es requisito para la matrícula y obligatorio para quien quiera presentarse a oposiciones de secundaria -en el caso de convocarse-. Muchas y muchos jóvenes andan con el tema sin poder matricularse en dicho máster. Sigan alertas porque la Conselleria de Educación amenaza con exigir un nivel B2 de inglés para acceder al cuerpo de docentes de la Enseñanza pública. En la privada y concertada, no contratan por oposición pero la competencia en lenguas extranjeras es condición sine qua non. No se preocupen, academias, centros de idiomas, clases particulares? conforman una amplia oferta -previo pago claro- para obtener la titulación requerida.

En cuanto al valenciano, acreditar un nivel elemental -B1- es básico para ejercer cualquier profesión. Este nivel se obtiene, por ejemplo, cursando el Bachillerato en cualquier instituto de enseñanza pública, pero el camino se complica ya que, si hasta ahora para presentarse a las oposiciones de secundaria, se exigía el nivel Mitjá

-C1-, ahora la Consellería amenaza con exigir la Capacitació para optar a una plaza de Secundaria. No se preocupen, para ello, las universidades públicas del entorno ofrecen varias modalidades de cursos con el fin de cubrir la gran demanda existente. Y dirán ustedes, -es absolutamente normal y esta exigencia indica el alto nivel de preocupación que el Consell y nuestros gobernantes muestran por la competencia en lenguas extranjeras. Un estudio mostraba, hace unos días, que los estudiantes que han disfrutado de una beca Erasmus tienen más posibilidades de encontrar un empleo; incluso para trabajar en empresas extranjeras, se exige un buen nivel oral y no solamente unos conocimientos de lectura y escritura. Por eso en los presupuestos del 2015 el gobierno ha congelado la partida dedicada a becas Erasmus, sin olvidar que estas becas se han pagado con retraso y que, para que los estudiantes las disfruten, las familias deben adelantar el dinero y completar la cantidad asignada en función del país de destino. Efectivamente, la competencia en lenguas extranjeras es absolutamente necesaria y debiera ser una prioridad en materia de Educación. Pero la realidad no es así. Respecto al idioma extranjero, las medidas son insuficientes, falta profesorado y no se sustituye con la celeridad necesaria. Hace unos días, estudiantes de un Instituto público de Alicante se habían quedado sin clases de francés, ¡por falta de profesorado! Se les aconsejó incluso que cursaran otra optativa pero ante el empeño del alumnado, los desviaron hacia la Escuela de idiomas. La preocupación de la Conselleria por la enseñanza del valenciano es de chiste. La escuela pública ve cómo disminuyen las aulas de valenciano y aumentan las aulas en castellano en la privada y la concertada, y para colmo, la Televisión pública valenciana, que es un derecho de los y las valencianas y debiera servir de herramienta gratuita y de libre acceso para el conocimiento, la divulgación y la práctica de la lengua vernácula, ha visto cerradas sus puertas por hacer un mal uso de ella y convertirla en rehén del poder político. Añadamos que la oferta de cursos reglados en inglés, francés o valenciano en las diferentes carreras universitarias sigue siendo minoritaria exceptuando los estudios específicos de las diferentes lenguas.

Con todo ello, para el estudiante medio de un colegio de barrio y de un instituto de barrio la quimera de los idiomas es una realidad y se puede convertir en pesadilla. Las familias deben asumir no sólo la formación universitaria de sus hijos sino también la competencia en lenguas extranjeras con el fin de suplir las carencias de la Educación pública. Nadie en la Comunitat Valenciana debería pagar por aprender su idioma. Estamos asistiendo a una exigencia desmesurada de la competencia en lenguas extranjeras y valenciano cuando los responsables en materia de Educación no la tienen y muestran un total desprecio por garantizarlas en la Enseñanza pública. Da la impresión que todo responde a un deseo de ralentizar el acceso al mundo del trabajo de los y las egresadas de las universidades y dejar en clara ventaja a quienes proceden de familias muy acomodadas para quienes el colegio bilingüe, la nanny inglesa y las estancias en países extranjeros son el pan suyo de cada día. Una máxima que debieran seguir los y las responsables en materia de Educación: exigir en función de los recursos que se ofrecen.