Cada 21 años nos vemos amenazados por la nueva plaga bíblica: desordenar el territorio o espacio vital de estos tres minúsculos municipios. En tal caso, sepan todos aquellos, que de tal modo nos perturban, que los escasos habitantes de estas tres Villas, no cejaremos en levantar nuestra voz, y con ella nuestra razón, en pro del bien común. Voz que no se alza por egoísmo, insolidaridad o ignorancia de las personas que las habitan; sino, al contrario, es por el bien de todos y cuestión de principios que rigen, para ello: cómo y dónde se deben tratar nuestros residuos sólidos domésticos (la bolsa de la basura) y los lodos o fangos de las depuradoras de aguas residuales.

Ya en los años 1973 y 1994, gentes sin escrúpulos, sin clarividencia política y sin la más mínima solvencia técnica (defensa del bien común: ordenar el territorio, ya que las industrias no deberían ser como las setas que crecen espontáneas, dispersas y aisladas por barrancos, valles, montañas, llanuras inhóspitas, parajes rurales «comunicados» por tortuosas, estrechas y mal conservadas vías; y lo que es más grave: poner estas industrias en términos municipales, cuyos Ayuntamientos carecen de la mínima capacidad de control sobre las mismas), intentaron endosar, a las puertas de estos tres municipios, una macro planta para tratar residuos sólidos urbanos. No repararon entonces, al igual que hoy, que toda instalación industrial requiere, además, otras infraestructuras: redes para todo tipo de aguas, redes eléctricas y para la información, etc. Pero ni ayer, ni hoy, ni nunca, nadie podrá defender, con argumentos solventes, que aquello que se pretendía hacer no era un despropósito que a todos, salvo a unos pocos, nos perjudicaba. Mención especial, por su digno y ajustado comportamiento institucional, merece aquí «Enrique» que, en nuestro corazón y en nuestro recuerdo siempre será el Alcalde de Penàguila, que puso cordura, en el año 1994, frente a los defensores del magno despropósito de aquella planta de «compostaje».

Hoy, al inicio del año 2015, todo hace presagiar que estamos con las mismas: una potente máquina, movida mediante tracción por cadenas, ha perforado hasta el subsuelo, para evaluar, no se sabe qué estructura geológica, ni qué tesoro escondido, en la parcela 51 del polígono 1, en el término municipal de Penáguila, en el corazón de estas tres Villas. En el punto K.2, junto a la CV-787 que une directamente a Benifallim con Benilloba.

Quienes propicien estos hechos consumados, preludio de otros que pudieran desembocar en el levantamiento de instalaciones industriales, reparen, de momento, en dos cuestiones básicas:

1.- Penáguila, por no tener, no tiene, secretario a tiempo completo; ni policía municipal que pueda controlar qué sustancias se pesan en la báscula; ni recursos para disponer de unos servicios jurídicos propios que valoren el adecuado cumplimiento de las cláusulas establecidas en el pliego de condiciones; ni de disponibilidad fiduciaria mayor que la de cualquier otro municipio que está en torno a los 323 «censados» -año 2008-, hoy las mismas fuentes publican descensos alarmantes de población que afectan a estas tres villas.

2.- Por último, la cuestión primordial: ordenar el territorio. La parcela citada anteriormente y todo su entorno colindante, afectado por ella, tendrían que disponer de la preceptiva consideración como suelo industrial/polígono industrial, para poder acoger con garantías cualquier instalación de este tipo; y más si de tratamiento de fangos/lodos se tratase.