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Javier Llopis

Opinión

Javier Llopis

El pecado imperdonable

A lo largo de los últimos treinta años el procedimiento ha sido siempre el mismo. Cada vez que un alcalde o un diputado de estas comarcas querían resolver el eterno problema del tren Alcoy-Xàtiva, solicitaban una entrevista con algún dirigente del Ministerio de Fomento. En el transcurso de este encuentro, presentaban una listado de exigencias para modernizar la línea y en todos los casos acababan recibiendo la misma respuesta: «estamos ante un servicio deficitario sin ningún tipo de rentabilidad y deberíais darnos las gracias por el mero hecho de mantener el tramo abierto». El político en cuestión regresaba a estas tierras con el rabo entre las piernas y con carita compungida nos explicaba a todos la mala nueva, informándonos de que en un mundo regido por las leyes del mercado capitalista la palabra déficit era un pecado imperdonable, que no admitía ningún tipo de absolución. Convencidos por el peso de estos argumentos, los habitantes de estas comarcas aceptamos la situación con resignación y acabamos acostumbrándonos a convivir con un ferrocarril tercermundista; con un medio de transporte patético y residual, totalmente desconectado de los avances tecnológicos del siglo XXI.

Y en esas estábamos, cuando un estudio de la Fundación de Estudios Económicos Aplicados (FEDEA) nos informó de que todas las líneas de AVE de España eran deficitarias. Este trabajo, realizado por una institución en cuyo patronato están el Banco de España e importantes empresas privadas del país, nos señala que los 62.000 millones de euros invertidos por las diferentes administraciones españolas en nuevas líneas de alta velocidad no han generado ni beneficios económicos ni beneficios sociales. Los autores del informe denuncian que esta gigantesca inversión de dinero público no se ha visto seguida por un incremento del número de usuarios del ferrocarril y llegan a la tristísima conclusión de que este gran proyecto de obra pública sólo responde a motivos políticos: o sea, al deseo de los gobernantes de ganar elecciones deslumbrando a la ciudadanía y al inexplicable afán de los mandamases de Madrid en diseñar un nuevo mapa de equilibrios geográficos para un país desvertebrado y eternamente descompensado.

Para los ciudadanos de estas comarcas interiores, la difusión de este contundente estudio supone la confirmación de una sospecha, que muchos venían albergando desde hace tiempo: las administraciones centrales llevan treinta años engañándonos con la milonga del déficit del tren. El rigor economicista mostrado por los sucesivos ministerios de Fomento a la hora de justificar la reducción a mínimos de la línea Alcoy-Xàtiva es una excusa recurrente e improvisada, que oculta el olvido institucional y el agravio permanente hacia este maltrecho territorio industrial situado a caballo de las provincias de Alicante y Valencia. La manga ancha económica mostrada por nuestras autoridades con los AVE ruinosos de toda España contrasta dramáticamente con el furor ahorrativo aplicado sin ningún tipo de piedad a nuestra paupérrima línea ferroviaria.

Siguiendo los argumentos del estudio de la FEDEA, se encuentra rápidamente una explicación a esta escandalosa diferencia de trato. Las razones políticas han llevado a nuestros gobiernos a despilfarrar miles de millones en una inútil red de trenes de velocidad y las razones políticas también son la causa principal de la congelación total de las inversiones en el tramo Alcoy-Xàtiva. El Ministerio de Fomento lleva treinta años timándonos con el tocomocho del déficit por una razón muy simple: nuestros políticos y nuestras instituciones económicas se han dejado timar sin ponerle demasiadas pegas al asunto. Toca repartir responsabilidades. La deprimente situación del tren se debe, en primer lugar, al desprecio con que nos han tratado los gobiernos de Madrid y de Valencia, pero habría sido imposible sin la colaboración de una sociedad, que no ha sabido o no ha querido ejercer la presión necesaria para exigir la modernización de la línea.

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