Una persona puede nacer donde sea, pero siempre es un ser vivo con sentimientos. Me conmovió el otro día un hecho, una cosa fortuita que me pasó mientras conducía. Una no es que esté en todos lo saraos, que sí, pero necesita como cualquier otro desplazarse en coche. Imagínense la situación, recién levantada y puesta en marcha, me dispongo a coger carretera para empezar jornada laboral, que una servidora no tiene la capacidad de multiplicar los panes y los peces como cuenta el Evangelio de San Marcos. La multiplicación es una característica del auténtico amor pero por mucho amor que le pongo, créanme, no soy capaz más que de llenar la nevera de casa con mi trabajo. Pero no divaguemos en lo innecesario y sigamos donde estaba, con el coche.

Me acompaña un Cd sonando con el clásico de Stevie Wonder, capaz de levantar el ánimo al más capacitado para venirse abajo: aquella canción Don't worry be happy. Se dice, y con razón, que no hay nada mejor que empezar el día con motivación. De pronto, adelanta una furgoneta con un vinilo pegado en ella de importante tamaño donde puede leerse: «Un atasco puede ser el mejor lugar para encontrar amigos». Huelga decir que poco a poco me iba viniendo arriba, esto prometía. Cuando estoy en mi mejor momento happy, un estremecimiento involuntario, causado por el coche que me adelanta, recorre mi semblante. Se trataba de un coche fúnebre de los que transporta al difunto al último lugar de destino terrenal. De pronto, aparentando conservar la calma y sin dar muestras de tristeza ni indignación, sólo un pensamiento invade mi mente: con lo fácil que es la vida y cómo la complicamos, lo peor es que en un pis pas la perdemos.

De repente me veía yo como la dama de Cecilia: el niño en el bautizo, la novia en la boda y el muerto en el entierro.

A veces todo nos parece en vano hasta que despertamos y vemos la realidad ante la que estamos. El desconcierto y la inseguridad que nos dan las preocupaciones no nos dejan valorar los buenos momentos que vivimos. El hecho de vivir con salud, rodeados de familia, amigos, ya es un motivo más que sobrado para ser feliz. Sin embargo, algunas personas son inconformistas y no valoran lo esencial, sólo lo material. Creo que vivir así es vivir como autor de un crimen, nuestra propia felicidad, y un castigo privarnos a nosotros mismos de poderla alcanzar.

En esta prisión se vive en común con otros reos, los que comparten esta forma de pensar, de actuar. En lo que a mí me concierne, visito a menudo a clientes que están internos en prisión. Muchas veces no puedo evitar pensar en las personas que sin estar allí, viven entre rejas. Presas de su propio miedo. Salen a la calle a través de una puerta que se entreabre con una rendija, muy estrecha, con los ojos abiertos como platos dando muestras de desconfianza. Quizás un comportamiento complicado, de auténtico usurero sin capacidad de invertir en su propio bienestar, no queriendo dar paso a la felicidad.

De pie en el umbral de la vida. La muerte y la vida, no puede existir una sin la otra. Están vinculadas. Recuerdo las palabras de un escritor Stefan Zweig, «no basta con pensar en la muerte, sino que se debe tenerla siempre delante. Entonces la vida se hace más solemne, más importante, más fecunda y alegre».

Vivir alegre es lo que para muchas personas es todavía un objetivo difícil de alcanzar en muchas ocasiones. Dicen los expertos que por lo menos dos veces en semana realicemos aquellas cosas que nos aportan placer y bienestar. Llama la atención que es aconsejable tomar el sol sólo un ratito todos los días pues activa la vitamina D y favorece el estado de ánimo. Llevar una alimentación sana con un buen plan de nutrición ayudarán a nuestro estado emocional. Una cosa que ayuda mucho a relajarse es hablar menos y escuchar más, además de aprender de los demás, nos ayuda a relajar la mente. El ejercicio físico, de todos sabido es su beneficio. Vivir prestando poca atención a la televisión nos favorece enormemente, pues evitaremos caer en modo pasivo. Una de las cosas que nos aporta mucho es desarrollar la creatividad en cualquier acción, cocinar, pintar, decorar, etcétera. Otra sería disfrutar de la naturaleza. Aunque creo que la mejor manera de empezar a ser feliz además de lo citado es dar las gracias cada día de todo lo que tenemos o somos, valorando lo que tenemos y reírse, la mejor terapia del mundo, aunque sea de uno mismo. La risa ayuda a activar el sistema inmunológico. Algo tan económico como una sonrisa y tan valioso como para aportar felicidad. No te preocupes, sé feliz.